Pensé que iba a ser más engorroso el trámite en el aeropuerto. Me dormí entre hielos y me bañé con agua fría para llegar como un Bon Ice y que la cámara esa que detecta la temperatura no me fuera a retachar. Pero sólo me dieron una hojita donde me preguntan si tenía algunos de los síntomas de la influenza. Iba a ponerle una anotación señalando que a mi lo que me sube, y eso a veces, es la bilirrubina. Pero me abstuve.
El problema fue que al querer abordar, me lo impidieron pues mi boleto traía el nombre de Francisco Noriega, y yo no me llamo ni me apellido así. Entonces me regresaron hasta no sé donde a que me cambiaran el boleto, con la amenza de que le apurara pues el avión ya se iba, pero la inepta que me lo dio ya no estaba, así que corrí con otra persona que me mandó con otra que me dijo que me esperara y cuando terminé de esperarla me dijo que me fuera con otra dependienta, que estaba muy guapa, pero yo ya estaba desesperado y no me importó su belleza y le puse cara de "ni me sonrías chula que lo nuestro no puede ser" y cuando me dio mi boleto con mi nombre verdadero que es el que se les ocurrió a mis padres en un momento de nula originalidad, salí corriendo ladeado por la mochila (en donde traía mis cosas que podría necesitar arriba del avión, como mi ipod, ilaptop, icelular, iparacaídas, icubrebocas, icaballete y ifigura de Indiana Jones)
Corrí y corrí, dándome cuenta que estaba sudando y que mi temperatura seguramente ya estaba arriba de lo normal. Entonces me estresé pensando en la cámara esa que detecta la temperatura y del estrés me dio tos. Me dio miedo que la gente me viera sudando y tosiendo y que algún policía me disparara por estar contaminado e infectando.
Pero no hubo camara registradora de calientes y el que revisaba el boleto ni se fijó en mi sudor, ni mi tos y ni mi nombre verdadero.
Lo peor fue cuando al subir al avión y tomar mi asiento, me di cuenta que compartiría el vuelo con 2 señoras, una como de 70 años y otra de edad indescifrable que parecía ser su mamá. Como fui el último en subir a la nave, las dos damas tuvieron que ponerse de pie para que yo pasara a mi lugar. Yo no quería, mi complexión me permite pasar hasta... inadvertido, snif.
Pero la señora más grande (de edad) insistió, quizá temía que al pasar chocara contra sus piernas y las rompiera o algo así.
Entonces comenzó la pesadilla. Las señoras nunca habían viajado en avión y estaban nerviosísimas. La mayor (de edad) me preguntó si yo ya me había subido a un avión. Le dije que sí, la señora me dijo que ella no y como la oí muy nerviosa traté de tranquilizarla diciéndole "es como viajar en camión pero en vez de ver árboles, ve nubes"
Por su cara noté que no le convenció lo que le dije, así que intenté otro razonamiento: "es como subirse a una montaña rusa", al terminar de decirlo, me acordé que yo nunca me he subido a una cosa de esas, y como palideció al escucharme, pretendí finalizar con un "no se preocupe"
Al despegar la venerable anciana se aventó una letanía en tiempo récord y al tomar altura me asomé por la ventanilla viendo la inmensidad de la ciudad, reconocí algunos edificios y le dije a la viejecilla: "Mire, ahí es donde se estrelló el avión de Mouriño, ya la libramos" y entonces creo que se durmió (muy profundamente supongo, pues la tuvieron que despertar con alcohol)
Y luego se volvió a dormir más profundamente, pues la frágil cabecita blanca roncaba como león, opacando el ruido de las turbinas. Así que hice lo que todo hombre haría en una circunstancia como esa: me puse los audífonos del ipod con algo más agudo y suave que contrarrestara lo que estaba oyendo, osea, Tom Waits.
Finalmente llegamos, al aterrizar la ancianita se echó otras 3 letanías rompiendo su propio récord, mientras yo rogaba que no exclamara ningún "Diosito" como señal fatal.
*****