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vaso vs. martillo

Ayer fui a ver la película de Thor. No es de mis súper héroes favoritos, siempre me han gustado más los que nacieron en la Tierra y por algún accidente nuclear, químico o psiquiátrico (?) terminan siendo "condenados" a ser héroes.
Pero sé que para captarle a próximas películas de Marvel, debía ver ésta y no me la podía perder.
Gracias al D.F. me acostumbré a correr e irme con muchos minutos de anticipación a donde sea, el error es que en estos momentos estoy en Chihuahua y aquí no aplica el preparar los traslados con tanto tiempo, me di cuenta demasiado tarde y llegué al cine con el tiempo suficiente para hacer fila en la dulcería, fuente de sodas o como se llame la tienda del cine.

Delante de mi estaba un niño con un señor que decidía lo que se iban a empacar, el pequeño le decía a su padre con insistencia sus caprichos alimenticios pero el papá simplemente no lo pelaba y ordenaba lo que se le pegaba la gana.
El infante en uno de sus gritos y saltos divisó algo que lo hizo gritar más fuerte:
-¡¡¡Papá, papá, cómprame un vaso de Thoooooor!!! ¡¡¡Ándale, porfis, porfis!!!
La autoridad lo ignoró y yo estaba a punto de cometer un infanticidio. Pero se me ocurrió algo mejor y cuando el papá pagaba, le dije al empleado de la tienda: -Dame unas palomitas y una Coca-Cola... en un vaso de esos de Thor.

Luego hice lo que todo hombre sensible y puro de espíritu debe hacer: Tomé el vaso, lo miré frente al pequeñín y sonríendole levemente, me fui a la sala de cine con mi vasote tamaño caguama.

Momento en que le doy una lección a todos los niños del mundo para que aprendan a respetar y a no andar de chiqueados pues la vida no es justa y... creo que nada más.

Después vino la pesadilla.
No contaba, otra vez, que estaba en Chihuahua y al entrar a la sala me encontré con que estaba para mi solo... por unos minutos. Pues llegó la pareja de la tiendita: Papá dictador e hijo.
Me dije a mi mismo: "Tranquilo Kabeza, ahorita llega más gente, se te quita el estrés y todos felices". Pero no, empezó la película y no llegó nadie más.
Apareció Natalie Portman en la pantalla, alcé la vista al cielo agradeciéndole a los dioses (Odín incluido) el favor recibido, cuando el mozalbete comenzó con sus ruidos propios de su edad. Risas, gritos, preguntas, patadas a las butacas y de más tormentos.

Sin discreción alguna gruñí y me cambié de lugar, sin ningún resultado.

Representativa estampa de uno de los peores momentos de mi vida, con delirio incluido.

Las mini-intervenciones continuaban mientras yo rumiaba palomitas al tiempo que tomaba soda, levantaba mi vasote para que lo vieran atrás y se dieran cuenta quién tenía el poder. Lo cual creo que fue contraproducente pues el retoñito al ver mi trofeo, recordó su desdicha y le reclamaba a su progenitor su avaricia.
Finalmente terminó la película y el par maligno se fue. Tomé un respiro antes de levantarme y recordé que tenía que quedarme a ver la escena al final de los créditos.
"Otro punto para mi, escuincle menso se perdió una clave importante de esta historia" -pensaba triunfante.

Todo terminó y me fui a mi casa.
Al llegar, me disponía a trabajar y me dije: "Voy a servirme mi jugo de arándano en mi mega vasote, envidia de chicos y grandes"
En eso sentí como si el martillote de Thor me cayera en la cabeza, caí hincado al piso con mis puños en la cintura y grité al cielo un "¡¡¡Noooooooooooo!!!" al recordar que al salir de la sala, como buen ciudadano, me llevé la caja de palomitas y el vaso para... tirarlos en el bote de la basura.