
miércoles
lunes
edecanes con pelos
Una de las pocas cosas que no me gustan de vivir por donde vivo es que no hay ningún cajero electrónico al alcance.
El único que hay es en un Oxxo que te cobra casi la mitad de lo que vas a sacar. Peor es que en la fonda donde consumo mis sagrados alimentos no aceptan tarjeta. Es por eso que el otro día al ir a comer me dije a mí mismo: "Kabeza, eso te pasa por no guardar tu dinero abajo del colchón y ser un miserable capitalista, más miserable que capitalista, por cierto".
No me quedó más remedio que ir al cajero-ratero del Oxxo a regalar mi dinero, cuando al llegar por pura curiosidad pregunté a la amable empleada de la tienda si sabía de otro cajero cercano. Me respondió que sí, que hay uno "aquí derechito por Tlalpan", y milagrosamente era del banco en donde me guardan mis millones.
Le agradecí con un beso en la frente y me fui en busca de dinero para comer sanamente, pues por ahí oí que si comes bien te pasan cosas chidas.
A las dos cuadras de caminar sin encontrar nada que se le pareciera a un banco, pregunté a un buen hombre que iba pasando y me dijo que me faltaban otras 4 cuadras (de las grandes, por cierto).
Le agradecí al buen hombre con otro beso en la frente y resignado seguí caminando imaginándome y saboreándome la comida que me esperaba.
Cuatro cuadras después llegué a mi destino encontrándome con una novedad: Tal parecía que los del banco son unos innovadores pues había un par de... este... bueno, parecían señoritas así de lejos, ya de cerca no tanto.
A la distancia me alegré por la iniciativa del banco en tener edecanes a la entrada de sus cajeros electrónicos, pero a los dos metros me di cuenta que una de las "señoritas" tenía más bigote que yo y a la otra se le estaban saliendo sus pechos de algo que parecía vestido de una pieza. En el segundo que estuve detenido razoné muchas cosas, por ejemplo:
Que las damitas tenían mucho tiempo de no dormir, que quizá no eran edecanes pues no estaban muy uniformadas que digamos, que el paquete que sobresalía de la falda de una de ellas no era normal y sus piernas peludas tampoco, que me miraban divertidas pero luego me echaron unas miradas que ya no entendí y finalmente deduje que esas señoritas no estaban cómodas con sus vidas porque parecían hombres vestidos de mujer.
Luego entendí que efectivamente eran unos varoncitos que se disfrazan de mujer para vender amor o algo parecido.
Pasó el segundo en que razoné todo esto y después me dije a mí mismo: "Estos emuladores femeninos me van a ofrecer sus servicios y les voy a decir amablemente: 'Ahorita no, gracias', pero si me meto al cajero igual y me ven como un macho alfa que las (los) puede mantener y les va a dar ganas de hacerme algo entre bochornoso e inenarrable".
Así que hice lo que todo hombre de acción y decidido debe hacer: Me seguí de largo hacia la estación de Metro más cercana para ir al centro a buscar un maldito cajero sin edecanes y sacar unos pesos que me cambiaran por comida en algun lugar.
El único que hay es en un Oxxo que te cobra casi la mitad de lo que vas a sacar. Peor es que en la fonda donde consumo mis sagrados alimentos no aceptan tarjeta. Es por eso que el otro día al ir a comer me dije a mí mismo: "Kabeza, eso te pasa por no guardar tu dinero abajo del colchón y ser un miserable capitalista, más miserable que capitalista, por cierto".
No me quedó más remedio que ir al cajero-ratero del Oxxo a regalar mi dinero, cuando al llegar por pura curiosidad pregunté a la amable empleada de la tienda si sabía de otro cajero cercano. Me respondió que sí, que hay uno "aquí derechito por Tlalpan", y milagrosamente era del banco en donde me guardan mis millones.
Le agradecí con un beso en la frente y me fui en busca de dinero para comer sanamente, pues por ahí oí que si comes bien te pasan cosas chidas.
A las dos cuadras de caminar sin encontrar nada que se le pareciera a un banco, pregunté a un buen hombre que iba pasando y me dijo que me faltaban otras 4 cuadras (de las grandes, por cierto).
Le agradecí al buen hombre con otro beso en la frente y resignado seguí caminando imaginándome y saboreándome la comida que me esperaba.
Cuatro cuadras después llegué a mi destino encontrándome con una novedad: Tal parecía que los del banco son unos innovadores pues había un par de... este... bueno, parecían señoritas así de lejos, ya de cerca no tanto.
A la distancia me alegré por la iniciativa del banco en tener edecanes a la entrada de sus cajeros electrónicos, pero a los dos metros me di cuenta que una de las "señoritas" tenía más bigote que yo y a la otra se le estaban saliendo sus pechos de algo que parecía vestido de una pieza. En el segundo que estuve detenido razoné muchas cosas, por ejemplo:
Que las damitas tenían mucho tiempo de no dormir, que quizá no eran edecanes pues no estaban muy uniformadas que digamos, que el paquete que sobresalía de la falda de una de ellas no era normal y sus piernas peludas tampoco, que me miraban divertidas pero luego me echaron unas miradas que ya no entendí y finalmente deduje que esas señoritas no estaban cómodas con sus vidas porque parecían hombres vestidos de mujer.
Luego entendí que efectivamente eran unos varoncitos que se disfrazan de mujer para vender amor o algo parecido.
Pasó el segundo en que razoné todo esto y después me dije a mí mismo: "Estos emuladores femeninos me van a ofrecer sus servicios y les voy a decir amablemente: 'Ahorita no, gracias', pero si me meto al cajero igual y me ven como un macho alfa que las (los) puede mantener y les va a dar ganas de hacerme algo entre bochornoso e inenarrable".
Así que hice lo que todo hombre de acción y decidido debe hacer: Me seguí de largo hacia la estación de Metro más cercana para ir al centro a buscar un maldito cajero sin edecanes y sacar unos pesos que me cambiaran por comida en algun lugar.
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kabeza en el df
martes
el hombre pánico... ¡regresa!
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el hombre pánico
miércoles
vaso vs. martillo
Ayer fui a ver la película de Thor. No es de mis súper héroes favoritos, siempre me han gustado más los que nacieron en la Tierra y por algún accidente nuclear, químico o psiquiátrico (?) terminan siendo "condenados" a ser héroes.
Pero sé que para captarle a próximas películas de Marvel, debía ver ésta y no me la podía perder.
Gracias al D.F. me acostumbré a correr e irme con muchos minutos de anticipación a donde sea, el error es que en estos momentos estoy en Chihuahua y aquí no aplica el preparar los traslados con tanto tiempo, me di cuenta demasiado tarde y llegué al cine con el tiempo suficiente para hacer fila en la dulcería, fuente de sodas o como se llame la tienda del cine.
Delante de mi estaba un niño con un señor que decidía lo que se iban a empacar, el pequeño le decía a su padre con insistencia sus caprichos alimenticios pero el papá simplemente no lo pelaba y ordenaba lo que se le pegaba la gana.
El infante en uno de sus gritos y saltos divisó algo que lo hizo gritar más fuerte:
-¡¡¡Papá, papá, cómprame un vaso de Thoooooor!!! ¡¡¡Ándale, porfis, porfis!!!
La autoridad lo ignoró y yo estaba a punto de cometer un infanticidio. Pero se me ocurrió algo mejor y cuando el papá pagaba, le dije al empleado de la tienda: -Dame unas palomitas y una Coca-Cola... en un vaso de esos de Thor.
Luego hice lo que todo hombre sensible y puro de espíritu debe hacer: Tomé el vaso, lo miré frente al pequeñín y sonríendole levemente, me fui a la sala de cine con mi vasote tamaño caguama.
Momento en que le doy una lección a todos los niños del mundo para que aprendan a respetar y a no andar de chiqueados pues la vida no es justa y... creo que nada más.
Después vino la pesadilla.
No contaba, otra vez, que estaba en Chihuahua y al entrar a la sala me encontré con que estaba para mi solo... por unos minutos. Pues llegó la pareja de la tiendita: Papá dictador e hijo.
Me dije a mi mismo: "Tranquilo Kabeza, ahorita llega más gente, se te quita el estrés y todos felices". Pero no, empezó la película y no llegó nadie más.
Apareció Natalie Portman en la pantalla, alcé la vista al cielo agradeciéndole a los dioses (Odín incluido) el favor recibido, cuando el mozalbete comenzó con sus ruidos propios de su edad. Risas, gritos, preguntas, patadas a las butacas y de más tormentos.
Sin discreción alguna gruñí y me cambié de lugar, sin ningún resultado.
Las mini-intervenciones continuaban mientras yo rumiaba palomitas al tiempo que tomaba soda, levantaba mi vasote para que lo vieran atrás y se dieran cuenta quién tenía el poder. Lo cual creo que fue contraproducente pues el retoñito al ver mi trofeo, recordó su desdicha y le reclamaba a su progenitor su avaricia.
Finalmente terminó la película y el par maligno se fue. Tomé un respiro antes de levantarme y recordé que tenía que quedarme a ver la escena al final de los créditos.
"Otro punto para mi, escuincle menso se perdió una clave importante de esta historia" -pensaba triunfante.
Todo terminó y me fui a mi casa.
Al llegar, me disponía a trabajar y me dije: "Voy a servirme mi jugo de arándano en mi mega vasote, envidia de chicos y grandes"
En eso sentí como si el martillote de Thor me cayera en la cabeza, caí hincado al piso con mis puños en la cintura y grité al cielo un "¡¡¡Noooooooooooo!!!" al recordar que al salir de la sala, como buen ciudadano, me llevé la caja de palomitas y el vaso para... tirarlos en el bote de la basura.
Pero sé que para captarle a próximas películas de Marvel, debía ver ésta y no me la podía perder.
Gracias al D.F. me acostumbré a correr e irme con muchos minutos de anticipación a donde sea, el error es que en estos momentos estoy en Chihuahua y aquí no aplica el preparar los traslados con tanto tiempo, me di cuenta demasiado tarde y llegué al cine con el tiempo suficiente para hacer fila en la dulcería, fuente de sodas o como se llame la tienda del cine.
Delante de mi estaba un niño con un señor que decidía lo que se iban a empacar, el pequeño le decía a su padre con insistencia sus caprichos alimenticios pero el papá simplemente no lo pelaba y ordenaba lo que se le pegaba la gana.
El infante en uno de sus gritos y saltos divisó algo que lo hizo gritar más fuerte:
-¡¡¡Papá, papá, cómprame un vaso de Thoooooor!!! ¡¡¡Ándale, porfis, porfis!!!
La autoridad lo ignoró y yo estaba a punto de cometer un infanticidio. Pero se me ocurrió algo mejor y cuando el papá pagaba, le dije al empleado de la tienda: -Dame unas palomitas y una Coca-Cola... en un vaso de esos de Thor.
Luego hice lo que todo hombre sensible y puro de espíritu debe hacer: Tomé el vaso, lo miré frente al pequeñín y sonríendole levemente, me fui a la sala de cine con mi vasote tamaño caguama.

Después vino la pesadilla.
No contaba, otra vez, que estaba en Chihuahua y al entrar a la sala me encontré con que estaba para mi solo... por unos minutos. Pues llegó la pareja de la tiendita: Papá dictador e hijo.
Me dije a mi mismo: "Tranquilo Kabeza, ahorita llega más gente, se te quita el estrés y todos felices". Pero no, empezó la película y no llegó nadie más.
Apareció Natalie Portman en la pantalla, alcé la vista al cielo agradeciéndole a los dioses (Odín incluido) el favor recibido, cuando el mozalbete comenzó con sus ruidos propios de su edad. Risas, gritos, preguntas, patadas a las butacas y de más tormentos.
Sin discreción alguna gruñí y me cambié de lugar, sin ningún resultado.
Las mini-intervenciones continuaban mientras yo rumiaba palomitas al tiempo que tomaba soda, levantaba mi vasote para que lo vieran atrás y se dieran cuenta quién tenía el poder. Lo cual creo que fue contraproducente pues el retoñito al ver mi trofeo, recordó su desdicha y le reclamaba a su progenitor su avaricia.
Finalmente terminó la película y el par maligno se fue. Tomé un respiro antes de levantarme y recordé que tenía que quedarme a ver la escena al final de los créditos.
"Otro punto para mi, escuincle menso se perdió una clave importante de esta historia" -pensaba triunfante.
Todo terminó y me fui a mi casa.
Al llegar, me disponía a trabajar y me dije: "Voy a servirme mi jugo de arándano en mi mega vasote, envidia de chicos y grandes"
En eso sentí como si el martillote de Thor me cayera en la cabeza, caí hincado al piso con mis puños en la cintura y grité al cielo un "¡¡¡Noooooooooooo!!!" al recordar que al salir de la sala, como buen ciudadano, me llevé la caja de palomitas y el vaso para... tirarlos en el bote de la basura.
momentos cumbres de mi vida (75)
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momentos cumbres
abuso
Hace rato que tengo el Rock Band de los Beatles, pero después de un tiempo me cansé un poquito de las mismas canciones.
Así que fui a comprar otro juego, que prometía horas y horas de locura musical.
Lo puse y al empezar a jugarlo, esto pasó:
Quiero mi dinero de vuelta y/o aprender a bailar cumbias.
P.D. Jugué en nivel medio y saqué 98%
¡Toma eso Tesorito!
Así que fui a comprar otro juego, que prometía horas y horas de locura musical.
Lo puse y al empezar a jugarlo, esto pasó:
Quiero mi dinero de vuelta y/o aprender a bailar cumbias.
P.D. Jugué en nivel medio y saqué 98%
¡Toma eso Tesorito!
lunes
una tira

Casi nunca pongo aquí las caricaturas que hago para el periódico, pero en esta ocasión me interesa que la mayoría de la gente posible vea esta.
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cartones
martes
momentos cumbres de mi vida (74)
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momentos cumbres
jueves
domingo
lunes
martes
miércoles
no huelo pero sí huelo
Parece que fue a propósito. Pero de verdad fue coincidencia, ya tenía programado mi viaje de Chihuahua al DF para el viernes.
Y el jueves, último día en mi tierra, se vino un ensayo del apocalipsis y se soltó un frío como hace mucho no sentía, estábamos a -10 grados y encerrados en casa la cosa no era mucho mejor. Los calentones (así les llamamos a los aparatos que en otras partes les llaman calentadores) no ayudaban gran cosa.
Fue tal la helada que el agua de las tuberías se congeló y no hubo poder humano que nos restableciera el servicio.
En parte me sentía aliviado que al otro día me iba a un lugar con un clima menos salvaje y al mismo tiempo sentía feo dejar a mi familia en ese congelador que se apagaría con el tiempo o con la próxima balacera.
-Váyanse a Egipto, para no estar con el pendiente. -les dije. Pero no me hicieron caso.
El avión salía a las 8 de la mañana, así que tuve que salir de casa a las 6, con el termómetro marcando -17 grados. Y como buen ciudadano dejé todo al final, empacando y terminando pendientes durante la noche y como resultado de todo esto, no dormí.
Y así iba con la frente marchita, con 6 capas de ropa, calzón térmico-guardapedos y tres calcetines en cada pie.
Otro de mis consuelos era que llegando al DF, podría darme un buen baño y prescindir de la chamarrota, la ropa térmica, bufanda y el trío de calcetines.
Llegué a las 11 o 12 del día mientras el taxista defeño se incomodaba del streep tease particular que le proporcioné, en cada cuadra me iba quitando una prenda al sentir el cambiazo de temperatura. Hasta quedar como una persona normal con pantalón y camisa sin disfraz de Michelin.
Al llegar, recordé que para variar había dejado un tanque de gas vacío y el otro ya en las últimas.
Pero los dioses se apiadaron de mi y antes de que me diera la bienvenida la señora de los jugos o el del puesto de periódicos, al poner un pie en mi casa escuché el ensordecedor grito de mi peor enemigo, mi némesis, mi Lex Luthor, mi Noroña de cabecera: el tipo del gas.
Ya he contado algunos épicos episodios con este sujeto, hemos tenido peleas a muerte, básicamente psicológicas, en donde cada uno estudia nuestras debilidades, fortalezas y nunca nos hemos rendido.
Sin embargo, acababa de llegar y no quería problemas tan rápido, así que saqué mi lado caballeroso desarrollándose la siguiente conversación:
-Hey, qué bueno que lo veo, le encargo un tanque de... 30.
-Ah... simón carnal, pérame que se acerque el camión, ¿Cuál departamento es?
-El 007. Eh... aquí te espero, no se te vaya a olvidar, jejeje...
-Cámara mai, ahí vengo.
Lo esperé y esperé y esperé y esperé mientras pensaba "maldito, aquí me tienes otra vez esperando, pero no me voy a subir hasta que cumplas con tu obligación, no me vencerás esta vez"
Y apareció con el tanque al hombro mientras yo lo seguía imaginando que le daba latigazos como en película de Mel Gibson. Llegamos a la azotea vio el par de tanques y le señalé cuál era el vacío. Sopesó los dos diciendo: "Ps los dos ya no tienen, ¿te traigo el otro?"
-No, nomás tengo dinero para uno (no quieras ahorrarte otro encuentro conmigo, infeliz) -Le respondí y pensé.
Hizo sus maniobras con las llaves, nos echamos miradas asesinas y se fue.
Me regresé al departamento, comí y me acosté.
Cuando abrí los ojos ya era de noche, tenía tanto sueño atrasado que nomás pensé "mañana me baño" y me volví a dormir.
Al otro día, me levanté me fui al baño, prendí el boiler, hizo un ruido raro, me despojé de mis prendas, abrí la llave del agua caliente y el calentador del agua nomás hizo ¡PUF! y se apagó.
Intenté encenderlo de nuevo y no respondía. Me volví a vestir pues en ese estado mi situación me deprimía más.
Fui a la estufa y tampoco encendía. Subí a la azotea revisé los tanques para corroborar que el nuevo era el que estaba en funcionamiento, todo en orden.
Reintenté encender estufa y boiler y nada funcionaba.
Entonces hice lo que todo hombre bragado debe hacer en una situación como esta: Patear lo que esté en frente y lloriquear en Twitter.
Más tarde busqué al administrador del edificio y le pregunté por el conserje o encargado de hacer la talacha-électro-mecánica del inmueble. Me dijo dónde buscarlo, fui y no lo encontré.
Entonces otra vez pateé lo que estuviera cerca y me puse a rumiar mi desgracia.
Al otro día con ánimos renovados pretendí intentarlo de nuevo.
Creo haber contado en este blog de mi súper poder: no tengo sentido del olfato.
Por lo cual algunos de los peligros que corro además de ofender a las damitas por no reconocer sus perfumes, es no poder detectar una fuga de gas.
Pensé que tal vez de eso se trataba el problema y con todo el arrojo que puedo tener, traté otra vez de prender el maldito boiler.
Nótese el gesto de valentía aunado al ya visible aroma que seguramente emanaba.
Momento clave en que me percato que esta vez el tipo del gas ha ganado otra batalla, pero no la guerra.
Ahora escribo esto para desahogar mi odio que mañana explotará al reencontrarme con mi peor enemigo cuando lo enfrente ...para pedirle que por favor que me venda un tanque lleno.
Y el jueves, último día en mi tierra, se vino un ensayo del apocalipsis y se soltó un frío como hace mucho no sentía, estábamos a -10 grados y encerrados en casa la cosa no era mucho mejor. Los calentones (así les llamamos a los aparatos que en otras partes les llaman calentadores) no ayudaban gran cosa.
Fue tal la helada que el agua de las tuberías se congeló y no hubo poder humano que nos restableciera el servicio.
En parte me sentía aliviado que al otro día me iba a un lugar con un clima menos salvaje y al mismo tiempo sentía feo dejar a mi familia en ese congelador que se apagaría con el tiempo o con la próxima balacera.
-Váyanse a Egipto, para no estar con el pendiente. -les dije. Pero no me hicieron caso.
El avión salía a las 8 de la mañana, así que tuve que salir de casa a las 6, con el termómetro marcando -17 grados. Y como buen ciudadano dejé todo al final, empacando y terminando pendientes durante la noche y como resultado de todo esto, no dormí.

Otro de mis consuelos era que llegando al DF, podría darme un buen baño y prescindir de la chamarrota, la ropa térmica, bufanda y el trío de calcetines.
Llegué a las 11 o 12 del día mientras el taxista defeño se incomodaba del streep tease particular que le proporcioné, en cada cuadra me iba quitando una prenda al sentir el cambiazo de temperatura. Hasta quedar como una persona normal con pantalón y camisa sin disfraz de Michelin.
Al llegar, recordé que para variar había dejado un tanque de gas vacío y el otro ya en las últimas.
Pero los dioses se apiadaron de mi y antes de que me diera la bienvenida la señora de los jugos o el del puesto de periódicos, al poner un pie en mi casa escuché el ensordecedor grito de mi peor enemigo, mi némesis, mi Lex Luthor, mi Noroña de cabecera: el tipo del gas.
Ya he contado algunos épicos episodios con este sujeto, hemos tenido peleas a muerte, básicamente psicológicas, en donde cada uno estudia nuestras debilidades, fortalezas y nunca nos hemos rendido.
Sin embargo, acababa de llegar y no quería problemas tan rápido, así que saqué mi lado caballeroso desarrollándose la siguiente conversación:
-Hey, qué bueno que lo veo, le encargo un tanque de... 30.
-Ah... simón carnal, pérame que se acerque el camión, ¿Cuál departamento es?
-El 007. Eh... aquí te espero, no se te vaya a olvidar, jejeje...
-Cámara mai, ahí vengo.
Lo esperé y esperé y esperé y esperé mientras pensaba "maldito, aquí me tienes otra vez esperando, pero no me voy a subir hasta que cumplas con tu obligación, no me vencerás esta vez"
Y apareció con el tanque al hombro mientras yo lo seguía imaginando que le daba latigazos como en película de Mel Gibson. Llegamos a la azotea vio el par de tanques y le señalé cuál era el vacío. Sopesó los dos diciendo: "Ps los dos ya no tienen, ¿te traigo el otro?"
-No, nomás tengo dinero para uno (no quieras ahorrarte otro encuentro conmigo, infeliz) -Le respondí y pensé.
Hizo sus maniobras con las llaves, nos echamos miradas asesinas y se fue.
Me regresé al departamento, comí y me acosté.
Cuando abrí los ojos ya era de noche, tenía tanto sueño atrasado que nomás pensé "mañana me baño" y me volví a dormir.
Al otro día, me levanté me fui al baño, prendí el boiler, hizo un ruido raro, me despojé de mis prendas, abrí la llave del agua caliente y el calentador del agua nomás hizo ¡PUF! y se apagó.
Intenté encenderlo de nuevo y no respondía. Me volví a vestir pues en ese estado mi situación me deprimía más.
Fui a la estufa y tampoco encendía. Subí a la azotea revisé los tanques para corroborar que el nuevo era el que estaba en funcionamiento, todo en orden.
Reintenté encender estufa y boiler y nada funcionaba.
Entonces hice lo que todo hombre bragado debe hacer en una situación como esta: Patear lo que esté en frente y lloriquear en Twitter.
Más tarde busqué al administrador del edificio y le pregunté por el conserje o encargado de hacer la talacha-électro-mecánica del inmueble. Me dijo dónde buscarlo, fui y no lo encontré.
Entonces otra vez pateé lo que estuviera cerca y me puse a rumiar mi desgracia.
Al otro día con ánimos renovados pretendí intentarlo de nuevo.
Creo haber contado en este blog de mi súper poder: no tengo sentido del olfato.
Por lo cual algunos de los peligros que corro además de ofender a las damitas por no reconocer sus perfumes, es no poder detectar una fuga de gas.
Pensé que tal vez de eso se trataba el problema y con todo el arrojo que puedo tener, traté otra vez de prender el maldito boiler.

Pese a mi osado atrevimiento, no prendió.
Me eché derrotado al sillón y pensé que quizá lo que debía hacer era ser hombrecito y bañarme con agua fría, pero de inmediato recordé el helado clima del que vine, sus consecuencias y me dije: "¡No!, ¡merezco un baño digno y caliente! ¡No migajas!"
Me puse a trabajar para olvidar mis penas, busqué otra vez al conserje, pero me dijeron que se fue de puente, hice cosas en casa y me dormí.
Finalmente ayer, al atardecer, se apareció el conserje.
Lloré un poquito en su hombro mientras le contaba mi desventura, me alejó diciéndome que me calmara que él sí tenía olfato. Revisó la estufa, el boiler y su Facebook.
Le pregunté que si no olía a gas y me dijo que a lo que olía era a monero podrido. Subimos a la azotea, evaluó la tubería, sopesó los tanques y se me quedó viendo.
-Estos tanques no tienen gas, están vacíos.
-Juat?! ¡¿P-p-p-pero por qué?!, ¡si acabo de comprar ése hace tres días! -le dije señalando el tanque "nuevo".
-Pos te lo vendieron vacío, mano. Bienvenido al DF. -dijo levantándolo con un solo brazo.
Me eché derrotado al sillón y pensé que quizá lo que debía hacer era ser hombrecito y bañarme con agua fría, pero de inmediato recordé el helado clima del que vine, sus consecuencias y me dije: "¡No!, ¡merezco un baño digno y caliente! ¡No migajas!"
Me puse a trabajar para olvidar mis penas, busqué otra vez al conserje, pero me dijeron que se fue de puente, hice cosas en casa y me dormí.
Finalmente ayer, al atardecer, se apareció el conserje.
Lloré un poquito en su hombro mientras le contaba mi desventura, me alejó diciéndome que me calmara que él sí tenía olfato. Revisó la estufa, el boiler y su Facebook.
Le pregunté que si no olía a gas y me dijo que a lo que olía era a monero podrido. Subimos a la azotea, evaluó la tubería, sopesó los tanques y se me quedó viendo.
-Estos tanques no tienen gas, están vacíos.
-Juat?! ¡¿P-p-p-pero por qué?!, ¡si acabo de comprar ése hace tres días! -le dije señalando el tanque "nuevo".
-Pos te lo vendieron vacío, mano. Bienvenido al DF. -dijo levantándolo con un solo brazo.

Ahora escribo esto para desahogar mi odio que mañana explotará al reencontrarme con mi peor enemigo cuando lo enfrente ...para pedirle que por favor que me venda un tanque lleno.
jueves
¿vintage?
Como comenté en el episodio antepasado, fui víctima de un cobarde atraco quedándome sin identificación alguna que avale que quien esto escribe es Kabeza del Perpetuo Socorro Mc Klein Villaurrutia (nombre completo)
También conté que mi plan era adquirir mi credencial que me identificara en la Ciudad de México.
El problema es que para poderme ir tenía que cumplir con un trámite fiscal. Al leer los requerimientos me di cuenta que era indispensable presentar una identificación con fotografía.
Entonces, me detuve un momento y medité: ¿y 'ora qué hago, Rosa de Guadalupe?
Terminé de meditar y leí las opciones que me daban: Credencial de elector (robada y en manos del crimen organizado), Licencia de conducir (soy un caballero y como tal, no manejo maquinaria de autotransporte de ningún tipo), Pasaporte (no tengo por ser ciudadano universal), Visa para ingresar a Estados Unidos ( you talkin' to me?) y Cartilla militar... ¡esa sí la tengo! Aún recuerdo esa mañana en que fui obligado a levantarme a horas infrahumanas para ir a un auditorio lleno de imberbes (incluyéndome) para que se divirtieran con nosotros los uniformados escogiendo quién marcharía y quién no.
Afortunadamente mi cara de pacifista y mi pie plano me salvaron de ese trance y me dieron mi cartilla.
Pero... ¿dónde la habré puesto?
Entonces empezó la odisea. No están para saberlo, pero el cuarto que me asignan mis padres cuando vengo a Chihuahua está ocupado en su 90% por papeles. Revistas, libros, carpetas, dibujos, folletos, libretas, etc. Todos los árboles de la selva Lacandona están aquí covertidos en papel. Así pues encontrar una cartilla en esta papelería era misión imposible.
Pero no me quedó de otra que empezar a buscar.
Lo bueno de la búsqueda fue redescubrir muchas cosas de mi insondable pasado. Podría hacer diez posts sobre los hallazgos, pero sólo pondré tres momentos clave.
En la imagen de abajo se muestra mi kit de sobreviviencia de hace apenas unos años:
Todo lo que cabe ahora en un Iphone o un BlackBerry ocupaban mi morral de puberto-muera-el-imperialismo-pero-tengo-cosas-gringas-no-se-fijen.
Rascándole más hallé un ejemplar de una "revista" que "edité" cuando estaba en la preparatoria y que casi me cuesta la expulsión porque llegó a manos del director de la escuela y no le gustaron mis chistes de los maestros y mi burla de que hayan convertido baños en salones entre otras cosas.
Me puse a hojear el pasquín y creo que más bien el director se enojó porque mis chistes estaban muy cebos (más que ahora) y le doy la razón. Lo perdono.
Nótese la gracia de la portada, el uso del letraset (¿así se llamaba?), el detalle de que era el número "0" pues tenía la ilusión de que sería el primero de muchos. Saqué 100, vendí 10, me regañaron-amenazaron y regalé clandestinamente 89. Desde entonces los negocios no son lo mío.
Enterrado en un altero de carpetas, encontré un cuaderno Scribe con una etiqueta que muestra el precio: $454.49 (cuatrocientos cincuenta y cuatro devaluados pesos y cuarenta y nueve centavos)
Mi corazón de acero se estrujó cuando vi el interior. Era un cuadeno que seguramente me compraron para la escuela pero que utilicé para algo que realmente valía la pena: dibujar monos.
Hay dibujos que están firmados con fecha: 1986.
A los doce años dibujaba historietas que interrumpía en el clímax de la historia. Influenciado principalmente por el Hombre Araña, las caricaturas de la tele (Don Gato, El Inspector Ardilla, Los Picapiedra) e Indiana Jones.
Parte de la desgarradora historia de "El Hombre Tomate"que en cada página se encuentra en un aprieto y, tomándose una de sus píldoras, tenía el poder de desaparecer con un contundente "POF!"
A veces en el reverso de la página dibujada, ponía un "comercial" (como en la tele) para mantener el suspenso y a la vez, dar un servicio a la comunidad:
En este caso, es un boletín de último minuto en donde se narra una tragedia de grandes dimensiones. (Creo que el "Canal 5 al servicio de la comunidad" se me hacía poca cosa y le metí más realismo.
Otro ejemplo de "comercial" en medio de la historieta. Ahora con el novedoso producto Cigarros "El Mariado" (sic)
Hasta aquí el (mal)viaje.
Desabróchense los cinturones y exijan en su puesto de periódicos su ejemplar de "El Hombre Tomate". Seguramente no lo tendrán, pero sirve y se corre el rumor y me lo pide una editorial y les vendo la idea de "El Hombre Pánico"
¡POF!
¡Ah! y sí apareció mi cartilla militar, pero en la foto de ese entonces me parezco al hijo de Paquiao y ya me dio pena enseñarla en Hacienda.
También conté que mi plan era adquirir mi credencial que me identificara en la Ciudad de México.
El problema es que para poderme ir tenía que cumplir con un trámite fiscal. Al leer los requerimientos me di cuenta que era indispensable presentar una identificación con fotografía.
Entonces, me detuve un momento y medité: ¿y 'ora qué hago, Rosa de Guadalupe?
Terminé de meditar y leí las opciones que me daban: Credencial de elector (robada y en manos del crimen organizado), Licencia de conducir (soy un caballero y como tal, no manejo maquinaria de autotransporte de ningún tipo), Pasaporte (no tengo por ser ciudadano universal), Visa para ingresar a Estados Unidos ( you talkin' to me?) y Cartilla militar... ¡esa sí la tengo! Aún recuerdo esa mañana en que fui obligado a levantarme a horas infrahumanas para ir a un auditorio lleno de imberbes (incluyéndome) para que se divirtieran con nosotros los uniformados escogiendo quién marcharía y quién no.
Afortunadamente mi cara de pacifista y mi pie plano me salvaron de ese trance y me dieron mi cartilla.
Pero... ¿dónde la habré puesto?
Entonces empezó la odisea. No están para saberlo, pero el cuarto que me asignan mis padres cuando vengo a Chihuahua está ocupado en su 90% por papeles. Revistas, libros, carpetas, dibujos, folletos, libretas, etc. Todos los árboles de la selva Lacandona están aquí covertidos en papel. Así pues encontrar una cartilla en esta papelería era misión imposible.
Pero no me quedó de otra que empezar a buscar.
Lo bueno de la búsqueda fue redescubrir muchas cosas de mi insondable pasado. Podría hacer diez posts sobre los hallazgos, pero sólo pondré tres momentos clave.
En la imagen de abajo se muestra mi kit de sobreviviencia de hace apenas unos años:

Rascándole más hallé un ejemplar de una "revista" que "edité" cuando estaba en la preparatoria y que casi me cuesta la expulsión porque llegó a manos del director de la escuela y no le gustaron mis chistes de los maestros y mi burla de que hayan convertido baños en salones entre otras cosas.
Me puse a hojear el pasquín y creo que más bien el director se enojó porque mis chistes estaban muy cebos (más que ahora) y le doy la razón. Lo perdono.

Enterrado en un altero de carpetas, encontré un cuaderno Scribe con una etiqueta que muestra el precio: $454.49 (cuatrocientos cincuenta y cuatro devaluados pesos y cuarenta y nueve centavos)
Mi corazón de acero se estrujó cuando vi el interior. Era un cuadeno que seguramente me compraron para la escuela pero que utilicé para algo que realmente valía la pena: dibujar monos.
Hay dibujos que están firmados con fecha: 1986.
A los doce años dibujaba historietas que interrumpía en el clímax de la historia. Influenciado principalmente por el Hombre Araña, las caricaturas de la tele (Don Gato, El Inspector Ardilla, Los Picapiedra) e Indiana Jones.

A veces en el reverso de la página dibujada, ponía un "comercial" (como en la tele) para mantener el suspenso y a la vez, dar un servicio a la comunidad:

Después del susto, seguía la historia...
Otro ejemplo de "comercial" en medio de la historieta. Ahora con el novedoso producto Cigarros "El Mariado" (sic)
Hasta aquí el (mal)viaje.
Desabróchense los cinturones y exijan en su puesto de periódicos su ejemplar de "El Hombre Tomate". Seguramente no lo tendrán, pero sirve y se corre el rumor y me lo pide una editorial y les vendo la idea de "El Hombre Pánico"
¡POF!
¡Ah! y sí apareció mi cartilla militar, pero en la foto de ese entonces me parezco al hijo de Paquiao y ya me dio pena enseñarla en Hacienda.
martes
momentos cumbres de mi vida (73)
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Estoy en Chihuahua, desde hace un mes aproximadamente llegué.
Creo que ya es hasta cansado decir-quejarse de lo que está pasando. Sólo diré que vine psicologicamente preparado para casi no salir y hacer cosas en casa.
Pero, a los 4 días de estar encerrado me desesperé un poco, salí y me asaltaron.
Se llevaron mi celular y cartera, y con ella (entre otras cosas) mi credencial de elector.
Si la credencial del IFE sirviera sólo para votar, igual y no sería tan importante. (Digo, con los candidatos que nos endilgan cada proceso electoral no dan ganas ni de verlos) El problema es que esa credencial es la única que uso como identificación. Y no es que me la pidan porque parezca menor de edad, sino en el periódico, las tiendas, bancos y aeropuerto solicitan que uno les enseñe su tarejta esa con foto.
Ahora bien, desde hace tiempo, me detecté una pequeña protuberancia en mi angustiado rostro. Una bolita que no me subía ni me bajaba y creía que era normal, cosas de la edad o algo así.
Pero me percaté que iba creciendo poco a poquito. Mi cara lucía así:
Nótese la mirada que aparenta estrés, pero en el fondo tengo todo bajo control.
En realidad estaba más hinchado, pero para no deprimirme me ayudé un poquito en el dibujo.
Dicen que lo morado se quitará y que la cicatriz es muy sexy para las mujeres (miopes)
Creo que ya es hasta cansado decir-quejarse de lo que está pasando. Sólo diré que vine psicologicamente preparado para casi no salir y hacer cosas en casa.
Pero, a los 4 días de estar encerrado me desesperé un poco, salí y me asaltaron.
Se llevaron mi celular y cartera, y con ella (entre otras cosas) mi credencial de elector.
Si la credencial del IFE sirviera sólo para votar, igual y no sería tan importante. (Digo, con los candidatos que nos endilgan cada proceso electoral no dan ganas ni de verlos) El problema es que esa credencial es la única que uso como identificación. Y no es que me la pidan porque parezca menor de edad, sino en el periódico, las tiendas, bancos y aeropuerto solicitan que uno les enseñe su tarejta esa con foto.
Ahora bien, desde hace tiempo, me detecté una pequeña protuberancia en mi angustiado rostro. Una bolita que no me subía ni me bajaba y creía que era normal, cosas de la edad o algo así.
Pero me percaté que iba creciendo poco a poquito. Mi cara lucía así:

Entonces, sabiamente me aconsejaron que fuera con un doctor a que me dijera que no era normal la metamorfosis que estaba sufriendo mi cara llena de gallardía.
Fui y el galeno me dijo que había que operar de inmediato, se me acercó una enfermera igualita a Scarlett Johansson y me susurró que... no, bueno, eso no me consta porque me anestesiaron y creo que todo eso me lo imaginé.
Al terminar me enseñó lo que me había sacado: una bola del tamaño de un tejocote.
- P-p-pero ¡si no estaba tan grande! -le reclamé
- Pues es que tú sólo sentías la parte de arriba. -me contestó y me dio una cachetada en mi cachete anestesiado. (Bueno, creo que esto también lo imaginé)
Regresé a mi casa con un parche pensando que al otro día se me caería y a la semana volvería a tener mi cara de monero-amistoso-a-dónde-vas-tan-solita.
Pero, al otro día y durante una semana mi rostro se veía así:
Fui y el galeno me dijo que había que operar de inmediato, se me acercó una enfermera igualita a Scarlett Johansson y me susurró que... no, bueno, eso no me consta porque me anestesiaron y creo que todo eso me lo imaginé.
Al terminar me enseñó lo que me había sacado: una bola del tamaño de un tejocote.
- P-p-pero ¡si no estaba tan grande! -le reclamé
- Pues es que tú sólo sentías la parte de arriba. -me contestó y me dio una cachetada en mi cachete anestesiado. (Bueno, creo que esto también lo imaginé)
Regresé a mi casa con un parche pensando que al otro día se me caería y a la semana volvería a tener mi cara de monero-amistoso-a-dónde-vas-tan-solita.
Pero, al otro día y durante una semana mi rostro se veía así:

Ahora si no salía de mi casa por miedo a que me volvieran a asaltar, no salía por miedo a que la gente pensara que los iba a asaltar.
Para superar el trance renté películas que subieran mi autoestima como "El Hombre Elefante", "Scarface", "Los Goonies", "Chucky el Muñeco Diabólico" y "9 semanas y media" (ésta última básicamente era nomás para solidarizarme con Mickey Rourke mi colega en cambios faciales extremos)
Pasé la navidad con cara de reno atropellado y poco a poco se fue desinflamando mi hinchada existencia.
Mi tiempo en Chihuahua se agotaba y debía hacer el trámite para una nueva credencial del IFE y no podía ir a que me tomaran una foto con una cara que no era exactamente la mía.
Al día de hoy mi vapuleada fisonomía es así:
Para superar el trance renté películas que subieran mi autoestima como "El Hombre Elefante", "Scarface", "Los Goonies", "Chucky el Muñeco Diabólico" y "9 semanas y media" (ésta última básicamente era nomás para solidarizarme con Mickey Rourke mi colega en cambios faciales extremos)
Pasé la navidad con cara de reno atropellado y poco a poco se fue desinflamando mi hinchada existencia.
Mi tiempo en Chihuahua se agotaba y debía hacer el trámite para una nueva credencial del IFE y no podía ir a que me tomaran una foto con una cara que no era exactamente la mía.
Al día de hoy mi vapuleada fisonomía es así:

Por lo tanto, como el tiempo apremia y debo regresar pronto al D.F. mucho me temo que sacaré la mentada credencial allá.
O sea que si me pasa algo y me identifican por la credencial del IFE, seré un chilango más que engrose las estadísticas de Ebrard.
O sea que si me pasa algo y me identifican por la credencial del IFE, seré un chilango más que engrose las estadísticas de Ebrard.
miércoles
lunes
diciembre me gustó pa' poner el calendario
Con la obra titulada:
"Como está bien perra la crisis, el Oso Bipolar, la Foca Bifocal y el Lobo Tomía deciden sustituir este año el pavo por un platillo más familiar"

¡Y esperen!, ahora sí tengo una buena excusa por no aparecerme por aquí:
Estoy en la tierra que me vio nacer o sea Chihuahua, y por las condiciones que está pasando este lugar, mi otrora sistema nervioso de acero se ha convertido en chatarra y la mayor parte del tiempo me la paso abajo de la cama y/o rezando Rosarios por la perdida humanidad.
Pero ya me di cuenta que es más fácil postear a que esto acabe, así que volveré.
"Como está bien perra la crisis, el Oso Bipolar, la Foca Bifocal y el Lobo Tomía deciden sustituir este año el pavo por un platillo más familiar"

¡Y esperen!, ahora sí tengo una buena excusa por no aparecerme por aquí:
Estoy en la tierra que me vio nacer o sea Chihuahua, y por las condiciones que está pasando este lugar, mi otrora sistema nervioso de acero se ha convertido en chatarra y la mayor parte del tiempo me la paso abajo de la cama y/o rezando Rosarios por la perdida humanidad.
Pero ya me di cuenta que es más fácil postear a que esto acabe, así que volveré.
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