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miércoles

vaso vs. martillo

Ayer fui a ver la película de Thor. No es de mis súper héroes favoritos, siempre me han gustado más los que nacieron en la Tierra y por algún accidente nuclear, químico o psiquiátrico (?) terminan siendo "condenados" a ser héroes.
Pero sé que para captarle a próximas películas de Marvel, debía ver ésta y no me la podía perder.
Gracias al D.F. me acostumbré a correr e irme con muchos minutos de anticipación a donde sea, el error es que en estos momentos estoy en Chihuahua y aquí no aplica el preparar los traslados con tanto tiempo, me di cuenta demasiado tarde y llegué al cine con el tiempo suficiente para hacer fila en la dulcería, fuente de sodas o como se llame la tienda del cine.

Delante de mi estaba un niño con un señor que decidía lo que se iban a empacar, el pequeño le decía a su padre con insistencia sus caprichos alimenticios pero el papá simplemente no lo pelaba y ordenaba lo que se le pegaba la gana.
El infante en uno de sus gritos y saltos divisó algo que lo hizo gritar más fuerte:
-¡¡¡Papá, papá, cómprame un vaso de Thoooooor!!! ¡¡¡Ándale, porfis, porfis!!!
La autoridad lo ignoró y yo estaba a punto de cometer un infanticidio. Pero se me ocurrió algo mejor y cuando el papá pagaba, le dije al empleado de la tienda: -Dame unas palomitas y una Coca-Cola... en un vaso de esos de Thor.

Luego hice lo que todo hombre sensible y puro de espíritu debe hacer: Tomé el vaso, lo miré frente al pequeñín y sonríendole levemente, me fui a la sala de cine con mi vasote tamaño caguama.

Momento en que le doy una lección a todos los niños del mundo para que aprendan a respetar y a no andar de chiqueados pues la vida no es justa y... creo que nada más.

Después vino la pesadilla.
No contaba, otra vez, que estaba en Chihuahua y al entrar a la sala me encontré con que estaba para mi solo... por unos minutos. Pues llegó la pareja de la tiendita: Papá dictador e hijo.
Me dije a mi mismo: "Tranquilo Kabeza, ahorita llega más gente, se te quita el estrés y todos felices". Pero no, empezó la película y no llegó nadie más.
Apareció Natalie Portman en la pantalla, alcé la vista al cielo agradeciéndole a los dioses (Odín incluido) el favor recibido, cuando el mozalbete comenzó con sus ruidos propios de su edad. Risas, gritos, preguntas, patadas a las butacas y de más tormentos.

Sin discreción alguna gruñí y me cambié de lugar, sin ningún resultado.

Representativa estampa de uno de los peores momentos de mi vida, con delirio incluido.

Las mini-intervenciones continuaban mientras yo rumiaba palomitas al tiempo que tomaba soda, levantaba mi vasote para que lo vieran atrás y se dieran cuenta quién tenía el poder. Lo cual creo que fue contraproducente pues el retoñito al ver mi trofeo, recordó su desdicha y le reclamaba a su progenitor su avaricia.
Finalmente terminó la película y el par maligno se fue. Tomé un respiro antes de levantarme y recordé que tenía que quedarme a ver la escena al final de los créditos.
"Otro punto para mi, escuincle menso se perdió una clave importante de esta historia" -pensaba triunfante.

Todo terminó y me fui a mi casa.
Al llegar, me disponía a trabajar y me dije: "Voy a servirme mi jugo de arándano en mi mega vasote, envidia de chicos y grandes"
En eso sentí como si el martillote de Thor me cayera en la cabeza, caí hincado al piso con mis puños en la cintura y grité al cielo un "¡¡¡Noooooooooooo!!!" al recordar que al salir de la sala, como buen ciudadano, me llevé la caja de palomitas y el vaso para... tirarlos en el bote de la basura.

jueves

semana de acero

Seguramente ustedes no están para saberlo, pero la semana pasada estuve muy, muy, muy, pero muy ocupado.
Podría ser más explícito y escribir un rollote detallando todo lo que aconteció, pero mejor aprovecho que sé hacer monos para mostrarlo graficamente.

Sólo añadiré algo que creo ya dije en Twitter: extraño mis tiempos en que sólo eran 3 botones: correr, saltar y golpear.

***Cambio Xbox por Nintendo o Atari.

miércoles

la señal

Ya me estoy yendo al D.F. otra vez. Mi relación con la Ciudad de México se ha vuelto meramente laboral, salvo por un grupo de amigos que me rescatan de la inanición.
He estado en Chihuahua desde mediados de diciembre a causa de las fiestas de esas fechas y de ahí me seguí, en parte para lamerme las heridas y también por causas laborales.

No es novedad y hasta cansa decir que ultimamente es difícil vivir en Chihuahua, desde hace tres años esto ha cambiado y las cosas no son igual. Si sumamos el frío que había estado haciendo, resultaba tedioso y poco estimulante salir a la calle. (Ni al cine he ido, ¡No he visto Avatar! ¿me estoy perdiendo de una experiencia inenarrable? ¿Aún estará en cartelera en el D.F.?)
Antier fue uno de los días en que salí (¡en la mañana!) a arreglar asuntos de toda índole y después de unas horas de estar en la calle me tuve que quitar la chamarra porque me estaba dando calorcito.

"Yúju, al menos el clima está mejorando, lástima que ya me voy, pero... ¿y si me quedo unos días más a disfrutar lo que pueda sin andar cargando los 20 kilos de chamarra? Eh... no es mala idea, lo voy a meditar" -Pensé mientras me comía una banderilla en la Liber. (Esto de la banderilla no es cierto, pero lo digo para que los de Chihuahua comprueben que sí soy chihuahuense)

Ayer, salí a otros asuntos de finiquito y me arropé con mi chamarra de genuino esquimal, pero al estar abriendo la puerta recordé que el sol ya había abolido la ropa de invierno, así que:


Me entró un frente frío por todos los recovecos y orificios de mi cuerpo.
El traicionero clima cambió y estaba ¡plumeando! (Aclaración: "Plumear" es a la nieve lo que chispear es a la lluvia, es decir estaba chispeando nieve)
En lo que va de invierno, no ha nevado ni un copito, ayer tampoco, pero era un indicio. Maldije mi suerte y regresé por mi chamarra de vaquero de Brokeback Mountain, pero ya era demasiado tarde. Esa refrescada equivalía a cuando no hay gas y uno se mete a la regadera de un sopetón.
Ahora tengo tos, garganta rasposa, voz de Chavela Vargas y dolor de articulaciones.

El calentamiento o enfriamento global ya me dio la señal: "Vete".
Ahora sólo falta que me dejen subirme al avión con síntomas de influenza AH1N1.



P.D: Este... ¿Ya dejó de llover en el D.F., verdad? ¡¿verdad?!

martes

las seis de la mañana

Son casi las 6
como cada mañana
y la cabeza me da vueltas de campana.
La vida huele a serrin
y a sueldo de camarero
y las demás blasfemias me las dejo en el tintero.
Y desafina
un nido de ruiseñores,
pero tu tranquila, ya vendrán tiempos peores.
Joaquín Sabina.

Ayer, mientras dormitaba en mi cama sucedió la siguiente escena:


Y sí, intenté dormir otra hora pero ya no tenía sueño. Increiblemente pasó, por fin mi desastroso horario iba a cambiar y sería un hombre nuevo: Que se levanta a la hora en que comienzan a trinar los pajarillos, pasa el camión de gas, los oficinistas se afeitan, llegan los borrachos a sus casas, las señoras preparan jugos y licuados.

Por fin, dejaría de ser víctima de comentarios burlones y miradas inquisidoras. Las mujeres no huirían de mi, mis ojeras, lagañas y almohadazo. Mi reloj biológico se restablecería y mi estómago me lo agradecería; volveriamos a ser amigos y cómplices.
No sé, en una de esas hasta me pondría a hacer ejercicio, desayunaría jugo de naranja con 2 huevos crudos, como Rocky Balboa. Me reconciliaría con la luz del sol, mi piel tomaría tonos de lanchero veracruzano.
Finalmente sería un hombre nuevo.

De un salto salí de la cama, me estiré y abrí bien la cortina para ver el bello amanecer.
Estaba a punto de declamar un poema al señor sol que se asomaba, pero me extrañó escuchar tanto ruido en la calle: "Bueno, esta ciudad está llena de gente emprendedora" -pensé.
Entonces tuve una corazonada, encendí la televisión y no había noticieros ni programas para señoras fodongas que les gustan los chismes. Había telenovelas, series y caricaturas, como las que pasan a las seis... de la tarde.

fin de intermedio

miércoles

otro intermedio

Pues gracias por sus comentarios, voy a hacer la continuación del episodio del Oso Bipolar más al ratito porque ahorita vengo indispuesto porque tuve una reunión con excompañeros de la secundaria y me dieron unas regresiones bien perronas y me acordé de cuando era el último en el basquet y esas cosas por el estilo y me dio para abajo, pero al mismo tiempo me dio gusto acordarme y sentí bonito recordar.

Y así cosas por el estilo, pero una cosa sí les digo: Ay, ya se me olvidó... pero que quede constancia que no abandono mi blog aunque sea época deprimente en la que todos dicen que se quieren y se abrazan.

FIN.

martes

intermedio

Veo en los comentarios del post pasado que el episodio del Oso Bipolar se parece a un capítulo del Dr. House.
Serie que he visto como 5 veces en mi vida. Así que pido de la manera más atenta que si alguien sabe cómo termina ese capítulo de House, me lo diga para que no se me culpe de piratería o falta de ingenio.

Nomás falta que se parezca a lo que yo había pensado para el Oso Bipolar y entonces sí dejo de hacer monos y me voy de guionista a Estados Unidos.

Gracias y chale.

jueves

el chinito


El siguiente post, es uno de esos que cabrían perfectamente en este blog.

Pero por el tema de la semana de Recolectivo, lo puse allá. Osea que pretendí matar a dos pájaros de un tiro y causarles la "molestia" de cliquearle AQUÍ para que lo lean y vean.


Porque si sólo ven la ilustración no van a entender nada.

miércoles

quesín y lalita (¡actualización!)

Actualización:

No, no es actualización sobre Quesín y Lalita, sino de un post que deposité en Recolectivo.
Sobre uno de mis temas favoritos y que a la vez me ha traído puras desdichas.
Para verlo mueven el cursor AQUÍ y le dan clic.

***

De vuelta en este valle de lágrimas.
Este regreso al D.F. es muy diferente al anterior, excepto por una cosa, bueno, dos.

¿Se acuerdan de "Tortillín"? si no sabes de qué estoy hablando, dádle clic AQUÍ.

Y como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pues...


Bueno, Tortillín está sumamente contento. Mientras yo debo ir pensando en comprar jaulas o cambiarme de casa.

lunes

novedades

Con la novedad de que se me acabó el gas desde ayer.
Y se me juntó la chamba, ya me dio sueño, la computadora anda caprichosa, ya se me derramó la bilis y no quiero cometer un acto vandálico contra esta laptop que se burla de mi desgracia.

Pensaba repetir la odisea de la otra vez: Desvelarme hasta que llegue el camión del gas y enfrentar cara a cara, cuerpo a cuerpo al repartidor gritón. Pero ahora sí tengo mucho sueño y es muy tarde, así que trataré de dormir y pondré las alarmas de todo aparato que esté aquí y cuidaré de no cometer el error de la otra vez que puse la alarma del celular y como tono una canción que me gusta mucho y al sonar, en vez de levantarme, me acurruqué para oír a gusto la canción y me volví a quedar dormido y mi vida fue miserable una vez más.

Estaba haciendo el calendario, pero como dije, esta cosa anda chiple y se puso lentísima. Provocándome una furia incontrolable, como la del señor que estacionó su carro abajo de mi balcón y ahora me busca para, mínimo, torturarme.
Recuérdenme contar eso, porque luego se me va a olvidar y la verdad sí es algo digno de contarse a la humanidad.

Volveré con la conclusión de estos y otros trances.

martes

me duele cuando dibujo.

Todo Supermán tiene su Kryptonita.
Por andar tronándome los huesos como si fuera papel de burbujitas me torcí la muñeca y me estuvo doliendo todo el día de antier.
En la mañana de ayer me dolía menos, así que subí a la azotea del edificio para lavar mis tenis y broncearme con la del 12. Me puse mi camiseta de Wolverine para asolear mis inabarcables extremidades y me entregué a la noble tarea de la limpieza textil en lavadero.

Los tenis quedaron casi como nuevos, pero mi muñeca derecha estaba deshecha. Para acabarla, la del 12 se fue antes y me quedé "encerrado" en la azotea durante mucho tiempo.
Tiempo que aproveché para reflexionar de entre las sábanas y lencería tendidas de alguna vecina.
Mientras me sobaba la muñeca y me asomaba a la calle, vi a lo lejos la Torre Latinoamericana, la niebla de smog que cubre la ciudad, al camión de la basura con su campanota al tiempo que me acordaba de mis 2 bolsotas de basura que otra vez no se fueron.
Me acordé de cuando era chico y venía a este mismo edificio con mi hermano y jugábamos en la azotea a escupirles a los carros, a cambiar la ropa de los inquilinos de los tendederos y a espantar a un guajolote que tenían encerrado en una jaula que ya no vimos después de Navidad.

Recargado de un tinaco fijé mi vista hacia la calle más grande que pasa por el edificio, mientras me seguía sobando. Cientos de carros pasaban, cerraban, pitaban, desesperaban, insultaban y echaban lámina. Todo esto ignorando a los peatones que tampoco parecía importarles mucho.
En eso, un rayo de sol cayó sobre mi cabeza, iluminándome. Al tiempo que me venía una pregunta reveladora: ¿Qué hago aquí?
La respuesta no llegó porque apareció un vecino acompañado del señor del gas cargando un tanquesote. Me vio, lo vi y nos echamos miradas asesinas que se traducían en un "nos volveremos a ver, infeliz"
Aproveché la puerta abierta y me fui a mi departamento.

Para entonces la muñeca me dolía demasiado. La tenía inflamada y rojiza. Me apliqué la hasta entonces infalible técnica del "sana sana colita de rana, si no sana hoy sanará mañana" pero no funcionó. El sólo hecho de que me diera el aire me provocaba dolor.
Así que hice lo que todo hombre de acción haría en una situación como ésta: Lloré poquito y fui a comer. Ni la cuchara podía controlar con el movimiento.
Entonces recordé que en mi pueblo se acostumbran las dosis industriales de árnica para estos menesteres. Fui a la farmacia y compré árnica y unas vendas.
En lo que trataba vendarme me recriminaba por no tomar ese curso de enfermería en la preparatoria. Creo que me vendé todo el brazo menos la muñeca como 6 veces. Al final lo logré pero se me perdió el ganchito ese que trae para que no se desamarre y me la ajusté con una tachuela.

Después llegó lo peor: La hora de hacer la tira para el periódico de Chihuahua. No podía ni agarrar el lápiz. Me desenrredé la venda y empezó el suplicio. Cada rayita que hacía era un "ay, ay, ay" y mi mano izquierda es más inútil que la actual izquierda mexicana, sólo la usé para borrar.
Luego de sudor y lágrimas terminé mi tarea y me eché en un sillón a sobarme y fumarme un cigarro como premio de campeón. En eso, otro rayo del más allá me iluminó y pensé: "¿Qué haría sin mi mano derecha? ¿a qué me dedicaría? ¿si así me va como me va, cómo me iría desconchabadito? ¿y si contrato a una morena, digo, monera para que dibuje por mí?

Las respuestas no llegaron porque sonó el teléfono. Era del periódico de Chihuahua, el editor. Sonreí al oír una voz norteña, pero poco me duró la sonrisa: me dijo que la noticia que usé para hacer mi tira la acababan de desmentir y pues que básicamente hiciera otra tira.
Mi muñeca musito un "snif" y yo hice un puchero de hombre con ojo Remi incluído.
Soy un profesional, y sólo dije "está bien jefe, sus deseos son órdenes, por cierto, ¿qué pasó con lo de mi aumento de sueld...?" Pero colgó, está bien que lo siga evaluando, pensé.
Y otra vez comenzó la tortura de la dibujada. Temo que los lectores de Chihuahua crean que cambiaron de monero en el periódico y que les gusten más los monos chuecos del Kabeza desmuñecado.

Como prueba fehaciente de los estragos de mi lesión, va este monigote que hice con el sudor de mi mano derecha:


(Este post fue elaborado integramente con el dedo índice de lo que queda de mi mano derecha)

domingo

tortillín

Regresar al D.F. forma ya parte de mi rutina.
Me fui dejando a más de media ciudad con cubrebocas y en lo que llevo aquí no he visto a nadie con cosas en la cara.
Fuera de eso parece que todo sigue igual allá afuera. Y digo allá afuera porque acá adentro, en el lugar donde vivo las cosas no son como antes.

Cuando me fui hice lo que todo hombre de acción haría en un caso como estos: cerré llaves de gas, aseguré ventanas y puertas, extinguí las antorchas que uso para iluminar los espacios, metí el boiler a la tina para que no se le ocurriera encenderse, tiré la basura, apagué la electricidad y abrí el refrigerador para que se oreara.
Soy un hombre responsable con el medio ambiente y me fui satisfecho.

No quiero pensar de más, pero ahora que regresé habían cambiado la cerradura del edificio, no sé si fue alguna indirecta de los vecinos. Pero no creo, osea, fuera de las fiestas apocalípticas que hago los sábados, las clases de ópera que tomo en casa cada tercer día y de mi bonita costumbre europea de subir a lavar a la azotea sin ropa puesta (no la traigo puesta precisamente porque la voy a lavar, obvio), cosas que hace cualquiera que viva en una metrópoli, no veo otra cosa que les pueda "incomodar"
Pero a veces soy demasiado listo y logré entrar y hacerme de una llave nueva.
La cerradura del departamento seguía siendo la misma, aunque no es muy necesaria, pues acostumbro abrir la puerta con una patada voladora o un salto de tigre.
Al llegar, aparentemente todo estaba como lo dejé.

Revisé que hubiera agua, luz y línea telefónica. Todo había menos teléfono, parece que otra vez Slim está en problemas y tendré que darle una ayudadita.
Bajo la puerta había recibos, publicidad engañosa, volantes de Testigos de Jehová y números atrasados de las revistas que estoy suscrito (una es de punto de cruz y otra de cacería)

Como alguna vez lo escribí en este blog, carezco del sentido del olfato, por lo que no puedo describir el ambiente completamente.
Sin embargo sí tengo sentido de la vista y vi que el refrigerador estaba cerrado. Seguramente con el aire se cerró. Lo abrí y sentí un golpe de aire pesado (tal vez era algún aroma, no sé, lo supongo, no lo dudo), entonces giré la puerta del congelador y:



Una masa amorfa se extendía y me saludaba.
Mi mente revisó lo que tenía que revisar y recordé que había dejado ahí ¡unas tortillas de harina 100% chihuahuenses! que guardé celosamente para alguna ocasión especial y había olvidado.
A lo mejor olía a algo, pero como no lo puedo saber, me quedé viéndola. Era como un pequeño jardín con vida animal de todo tipo con cadena alimenticia incluída y flora fantástica.

Después del shock, decidí que esa cosa no podía quedarse a vivir en mi congelador y con guantes y un cubrebocas que me sobró del show de hace algunas semanas, saqué el mazacote y corrí con él por todo el departamento pensando dónde aventarlo.

Siempre quise tener una mascota, pero donde vivo es imposible tener animales que no sean pandas, codornices, dragones de Komodo o ajolotes y como no he encontrado nada de eso, sólo alimentaba y platicaba con una cucaracha que vive abajo de la estufa.
Veía a los ojos (porque tiene ojos) al mazacote del congelador y observaba cómo imploraba piedad. Pensé que en realidad en su otra vida fue un paquete de tortillas de harina, osea que de cierta forma lleva sangre de mi sangre, es norteño, habla con acento y le dice "sodas" a los refrescos. No podía abandonarlo a su suerte.
Lo llamé "Tortillín", ahora vive conmigo y somos muy felices.

martes

oiga doctor, devuélvame mi depresión

En estos días he estado viendo más televisión que de costumbre.
Una de las razones es que aquí en Chihuahua sí tengo cable y se ven más canales que los 7 que de vez en cuando veo cuando estoy en el D.F.

Y ante una razonable dosis de televisión generalmente gringa, brotan de mi cerebro una serie de preguntas que me han tenido absorto los últimos días:
¿Por qué hay tantas series sobre doctores y hospitales?
¿Acaso se enferman mucho en Estados Unidos?
¿Por qué no hacen series sobre otros apasionantes oficios como cerrajeros, zapateros, embotelladores, sastres o moneros?
¿Qué plan maligno trama el Imperio con todo esto?

Además, juegan con nuestros sentimientos.
Imaginemos que tenemos influenza A H1R1 o R2-D2, nos sentimos al borde de la muerte, la cabeza nos va a estallar, tenemos fiebre, cuerpo cortado, espasmos, mocos y nariz rozada (y rosada).
Nos llevan al hospital y cuando estamos pidiendo una pluma para escribir nuestro testamento, se aparece esta doctora:

(Si quien está leyendo esto es una damita, imagínese el equivalente en un ser humano masculino)

¿Ya se aliviaron, verdad?

Osea, será muy simpático el Doctor House, estará muy entretenida la telenovela de Grey's Anatomy, son graciosísimos los de Scrubs, y así entre muchísimas otras series que son la delicia de hipocondriacos.
Pero, lamentablemente las cosas no son así.

Recordemos juntos la vez que fui a una clínica del Seguro Social:

Snif.

lunes

apocalipsis ahora

A ver, a ver. A mi me dijeron que cuando viniera al D.F. me cuidara de la inseguridad, los temblores, los tacos a la salida del Metro y de las chilangas de Neza York.

Pero... ¡¿Qué es esto?!
Nadie me advirtió que iba a estar en medio de una película chafa de Will Smith o Bruce Willis, en la paranoia y psicosis, rodeado de leyendas urbanas y señales del Apocalipsis.
De sobra sé que la televisión mexicana es fan del alarmismo y el escándalo. Si dicen que la Selección Mexicana va a ganarle a Estados Unidos, haciendo faramalla y media ya nadie lo cree, aunque media ciudad se ponga la playera de la Selección.
Pero si dicen que somos víctimas de una epidemia mortal y uno sale a la calle y ve a más de media ciudad con tapabocas azules o más aún, calles desiertas, uno mínimo se saca de onda.

Creo que la hipocondría y la paranoia no son parte de mi repertorio de afecciones mentales. Pero estos días al salir a la calle y ver lo que he visto es como para que el mismísimo Doctor House vaya corriendo a ver al doctor Abel Cruz.
Me subí al Metro y parecía que iba al quirófano a que me reconstruyeran todo, con tanta gente con sus cubrebocas. (yo no traía, pues es más que sabido que mi bigote y piocha son la sensación en ciertas zonas de la ciudad y yo no soy nadie para negarle a la raza humana tan bonito espectáculo) Señoras, estudiantes, trajeados, emos, obreros, secretarias, niños y bebés, todos uniformados sólo mostrando sus ojos de incertidumbre. El clímax fue cuando vi a una pareja de novios con sus tapabocas, echando romance... sin besos.

De pronto, por el encierro y el polvo (espero) me dieron ganas de estornudar. Seguramente hubiera sido menos alarmante echarme un ruidoso y oloroso pedo en el tumulto, pero no, quería estornudar. Y mientras trataba de aguantarme, pensaba que si arrojaba el aire de mis pulmones en ese instante sería peor que sacar una pistola o una bomba atada a mi cuerpo. Afortunadamente llegamos a una estación y salí corriendo a un rincón, estornudé y como gis chino anti-hormigas alejé a quien estaba alrededor.
Me regresé a mi casa contemplando otra vez la soledad. Al llegar, la cosa no mejoró mucho: los twitteros hablan y bromean sobre lo que pasa, nicks vaciladores sobre la epidemia, interrupción en la televisión para "informar" sobre la influenza, programas especiales en la radio donde especialistas nos tranquilizan diciendo que si nos morimos no será tan doloroso y los periódicos en internet anunciando que no habrá vida hasta el 6 de mayo.

Ante todo esto, hice lo que todo hombre de su tiempo debe hacer: Ir a la tiendita a hacer mis compras de pánico. Agua, cigarros, Yakults y un cuchillo cebollero por si me invaden la tribu de los tapabocas azules.

P.D. Estaba pensando en ir a Chihuahua en lo que pasa la contingencia, pero "gallina" es lo más leve que me dijeron, mientras el sabio Chidoguán sentenció: "¿Sabías que es mucho más probable que en Chihuahua te contagies de un balazo en el pene que en el D.F.?"
Gran verdad.

Snif, no tengo escapatoria.

Ah, ¡abajo hay otro post del mismo tema pero con dibujitos!

ol tugueder nau!

Creo que ya la regué.
Se me acabó el gas desde el sábado y el camión repartidor pasa en la mañana, pero muy en la mañana osea como a las ocho.
Y ustedes no están para saberlo, pero yo a esa hora estoy en otra dimensión y solamente un terremoto de 8 grados de no sé qué me podría levantar. Así que hice lo que todo hombre sensato e inteligente debe hacer en estos casos: hacer guardia nocturna hasta que llegue el camión con el repartidor tenor y luego ya volver a la normalidad.
Tomé esta decisión como a las 2:30 am, no tenía sueño, así que puse una película que me prestaron y que tenía cara de ser como de sustos. Y sí, lo era, así que al segundo espasmo y brinco en el sillón la apagué. Entonces me metí al internet y me dije: "Ah pues voy a postear algo"
Pero antes me entretuve con los periódicos en línea y de ahí me pasé al Youtube, terminando no sé cómo jugando tetris en no me acuerdo dónde. Cuando me acordé del blog ya me había dado sueño, y no se me ocurría nada, así que me puse a leer la revista Proceso la cual desvela al más curtido.
Después de darme cuenta que este pobre país no tiene solución, me recosté en el sillón a pensar en lo difícil que es la vida a mi edad y mi cabeza empezaba a perder la vertical, vi el reloj, ya eran las 5 am. Me quedé viendo el infinito y me dije: "Ah, cómo estoy güey, me hubiera dormido un rato, total, me tomo 2 litros de agua y a fuerzas la urgencia urinaria me despertará a las 3 horas"
Chale.
(Además les debo las respuestas a los comentarios del pasado post, pero pues en resumen: gracias y pido un aplauso para el amor)

Sin embargo...
¿Qué pasará? ¿Aguantaré despierto? ¿Llegará el gas? ¿Me bañaré a punta de cubetazos?
Ya sé, mejor ¡cantemos!:

martes

drogas y brodgüey güey

De verdad que antes estaba de acuerdo con la legalización de las drogas, pero...

Después de ver la masacre de neuronas y el asesinato de la sintaxis en el "cuento" del post anterior, no me queda más que condenar con todas mis fuercitas el uso de estupefacientes y llorar por la pobre juventud.

Ahora, los valerosos que quieran hacerle culto a María Sabina y ayudar a ilustrar la cosa esa del post anterior, favor de enviarme un mail a: monerokabeza@gmail.com para hacerles llegar su parte.
(mínimo se hacen famosos)

Si usan drogas leves le entenderán al "cuento", pero si lo que usan son drogas fuertes y tumbadoras, entonces lo suyo, lo suyo es lo vanguardista y conceptual como:




¡Sirako y Kabeza, el musical!

De aquí a Broadway.

jueves

Kabeza aparece como No conectado y...

Si tú, ¡Sí, tú!
Te has asomado a este blog para agarrarme en la movida y pescarme en algún momento bochornoso y no lo has logrado.

¡Hoy es tu oportunidad!

Eh... sólo que no aquí, sino dándole CLICK a la imagen de abajo.
Ve y que los dioses me perdonen.

lunes

querido df:

Vamos a hacer de cuenta que acabo de llegar ¿sí?
Osea, olvidemos lo del viernes, sábado y domingo. Borrón y cuenta nueva...

¡¡¡¡¡Por favooor!!!!!

Tú y yo sabemos el por qué estoy aquí y aunque no te guste llenarte de más gente y a mi no me gusta hacer bola no nos queda de otra.
Además me gusta estar aquí, exceptuando el gentío que se traduce en apretujones, claustrofobia, sudores y demás exquisiteces.
Bueno, también quitemos lo de las distancias, las cuales provocan que para ir a algún lado tengas que irte con 2 horas de anticipación, llevarte lonche y cobija por si ya no te puedes regresar.
Pero quitando eso, me gusta estar aquí, me cae bien la gente, me hace gracia el humor de tus habitantes (los taqueros de por mi casa son los Manolín y Shilinsky del rumbo) y hay muchos lugares donde asomarse.

Incluso ya no es tan estresante la inseguridad. Últimamente en mi tierra las cosas han rebasado los límites de cualquier serenidad mental. Osea que: o ya ando igual de estresado que allá, o al revés. ¿Me explico?

Si habría que echarle la culpa a alguien, el culpable sería el centralismo que ha hecho que hasta la Secretaría de Marina ¡de Marina! esté aquí, que lo único que tiene de marina es Xochimilco.

Ya no chillaré por las tortillas de harina ni por la carne ni el queso de mi pueblo, pero, pero, pero...

¡Ya no me hagas bolas con las calles, las multitudes y las direcciones!

P.D. Ora resulta que no conformes con la ley antitabaco, ahora también se les ocurrió la genial idea de cerrar los lugares de sano esparcimiento a las 2:00 am.
Antes mis amigos de aquí se burlaban porque les decía que en mi tierra así eran las cosas, bueno, ¿ya vieron lo que pasa por burlarse?

objeto no volador sí identificado

Fui a renovar mi credencial de elector.
La primera vez que la saqué, era el año 1992, tenía 19 años y el documento lucía más o menos así:

Nótese la vitalidad que emanaba en esos años. Era un muchacho emocionado y ansioso por formar parte de la historia democrática-electoral-social de mi país. Convencido de que a punta de votos acabaría con los malhechores, transas, corruptos, vendepatrias y pelones que nos agobiaban.


¿Qué pasó? No sé. Bueno, tengo una idea, pero más bien no me quiero acordar. Sólo fui por mi credencial renovada y... bueno, así es:

Nótese la catástrofe. De entre millones de mexicanos heme aquí. Sobreviviente de alternancias, concertacesiones, fraudes y chanchullos. Mi palidez sabinesca no me deja mentir. De las veces que he votado, nunca ha ganado al que elijo. Cosa que quizá poco importa pues demostrado está que todos están cortados por la misma tijera. La última vez que voté fue en el 2006.

¿De verdad creen los políticos que después de lo que han hecho y han dejado de hacer, uno va a ir a votar por otros que son iguales o peores?
Hay que ir, pero a anular el voto, mínimo.

Entonces si estás tan decepcionado, ¿por qué renovaste tu credencial, Kabeza? -se preguntará la damita, el caballero.
Ah, pues para 3 cosas:
1- Para tener un documento que me avale como mayor de edad ya que, pese a mis bigotes, parezco una criaturita de 16 años.
2- Para que me deje pasar el guardia de cierto lugar cuando voy a buscar a cierta persona.
3- Y lo más importante: para que me identifiquen por si me pasa algo en este país que desgobiernan unos ineptos que, por cierto, ni voté por ellos.