Después de meses de desidia, lavo mis tenis Converse quedando mejor que nuevos. Me los pongo y así de repente me viene a la mente un trauma más, de esos bien entretenidos:
No recuerdo con exactitud cómo llegaron los Converse a mi vida, quizá en una visita a El Paso mi padre vio lo económicos que eran y me los compró.
Al estar en una escuela donde se llevaba uniforme con rigurosos zapatos negros, nunca existió ningún complejo. Todos eramos iguales a los ojos de los demás. Hasta que llegaron los días de educación física.
Entonces todos llevabamos "ropa deportiva", que consistía en pantalonera, sudadera ... y tenis. Fue ahí que empezaron las diferencias, todos mis amigos calzaban tenis de marcas como Nike, Pony o Reebok. Aunque esos días no llevábamos uniforme, parecía que sí. Todos con sus tenis de piel pintada de blanco, con los logotipos bordados de las marcas mencionadas en colores básicos, todos, menos yo.
Al llegar a mi casa, mañosamente le dije a mi papá:
-"Papá, dice la maestra que para el próximo día de educación física es obligatorio llevar tenis blancos de piel".
Por supuesto que ni me peló, vio mis Converse y dijo algo así como: "Acábate esos y luego te compro otros".
¿¡Que me los acabe?! , ¿¡Yo, el único niño de la escuela que no juega y se la pasa sentado en la banca?! -Esto nomás lo pensé, digo, para que hacía olas, pero ahora tenía la misión de "acabarme" esos malditos Converse azules. Creo haber ido unas 36,485 veces por las tortillas, 46,567 por las Cocas y los cigarros de mi mamá y 29,638 fueron las veces que frené mi bicicleta con los pies. Después de ese martirio los tenis estaban como judicial de Acapulco: todos madreados.
Luego en una ida de mis padres al "súper", ocurrió la tragedia. Vieron una oferta de tenis, sí blancos, pero no eran ni Nike, ni Reebok; es más, ni tenían marca. Eran más chafas que las medicinas del doctor Simi. Pero estaban al 2x1, mi padre pensó neoliberalmente y pensó en mi hermano y en mí. Llegaron del supermercado y nos dieron la "buena" noticia: teníamos tenis nuevos. Los vi de lejos y me emocioné, ya me veía corriendo más rápido y saltando tan alto como para "clavar" la pelota en la canasta de basquet. Después los observé detenidamente dándome cuenta que no tenían logotipo bordado, ni una línea decorativa de color. Parecían zapatos de enfermero. Sobra decir que me indigné y me negué a usarlos; a mi hermano le valió gorro y los usó (él sí se los "acababa" a los quince días).
Seguí yendo a la escuela con mis damnificados tenis y con el absurdo complejo, aunque con el look de indigente que tenían mis Converse, ya eran notorios y no me bajaban de "Chapulín Colorado". (Canallas).
El tiempo pasó y finalmente gané dinero con el sudor de mi frente, entre las cosas que compré fueron un par de tenis Reebok, de esos chatos casi sin costuras y con algo así como la bandera inglesa bordada en cada costado. Llegué triunfante a la escuela rozando las suelas en el piso para que rechinaran mis Reebok y todos los admiraran. Uno de los rituales entre los pubertos es que te pisen tu nuevo calzado y te digan: "Para que te duren", así mientras resignado me sometían al ritual, veía algo con espanto: Todos tenían tenis diferentes a los míos. Me rezagué. Ahora la moda eran los tenis grandotes, con la suela de color y hasta con bombitas en la lengua para que se inflara la suela, con la ilusión de poder saltar como basquetbolista.
Me rendí, nunca alcanzaría la moda de los demás.
Me acabé los Reebok; me medio civilicé y usé zapatos, los cuales te hacían ver menos niño ante las niñas que ya no quieren niños, y a la primera oportunidad que tuve para comprarme unos tenis, regresé a mi origen. Unos tenis Converse que por desidia no lavé durante meses.
(Ahora resulta que traer Converse es de gente cool, chale, bola de principiantes).
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Sigan mandando sus dibujos al:
II CONCURSO DE DIBUJO: MAMÁ, QUIERO SER MONERO.
Pueden participar tengan blog o no.
El premio es que les ilustre un post o que les haga una caricatura de su persona. (No manchen, que buenos premios, mejor que los muebles Troncoso).
Sólo tienen que imaginarse un "momento cumbre de mi vida", (con Kabeza y Lupita incluidos), dibujarlo y mandarmelo por mail. ¡No importa que no sepas dibujar!, ¡No importa si tienes almorranas!, ¡No importa si no piensas votar por el Peje!, ¡Aquí todos participan!
Sólo imagínate un momento cumbre, dibújalo y mándalo a monerokabeza@gmail.com
Tienen hasta el 5 de mayo para mandarlo, dile a tus papis que te presten una hoja y un lápiz o que te ayuden con el Paint, o con el Photoshop, o qué sé yo... hagan algo.
jueves
lunes
3 cosas
Como el hombre es el único animal que se tropieza con la misma piedra y como no tengo nada mejor que ofrecer y además como subastador soy un asco.
Declaro inaugurado el:
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Ejem, después de este momento emprendedor, el momento magico-cómico-político:
Publicado en Milenio Diario el sábado 22 de abril.
Y por último, un aviso. Este martes de retirarán del café Kaldi los cuadros que están ahí expuestos, y a "rarámuri" y "moska" que estaban interesados, mándenme un mail para ponernos de acuerdo.
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Publicado en Milenio Diario el sábado 22 de abril.
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viernes
¡subasta!
miércoles
dejad que los niños se alejen de mi
Tengo una amiga que da clases a un grupo de 5 de primaria, y tuvo la brillante idea de hablarles de los medios de comunicación. Les habló de la televisión, la radio y llegaron a los periódicos.
Los chamacos le preguntaron que quién hacía las caricaturas, así que mi amiga pensó que podría tener información de primera mano y les dijo: "Les tengo una sorpresa, conozco al que hace las caricaturas, lo voy a invitar". Y me invitó.
Me habló, me planteó la situación y le dije que no.
¿Por qué no?, no seas payaso. -reviró.
-No, pos no manches, ¿Qué les voy a decir?, y luego es tempranísimo, a esa hora estoy dormido.
-¿¡A las 12 del día?!, chale además de divo, flojo.
-Oh, pos cada quien sus horarios.
-Ándale, ve y te presento a mi amiga esa que me dijiste la otra vez.
-La otra vez estaba ebrio y estaba en medio de una crisis de pánico, no era yo... Pero bueno, voy nomás que ellos me pregunten, yo no sé hablar en público. Que me pregunten lo que quieran saber.
Llegué al salón, y la maldita de mi amiga había acomodado las sillas en círculo, a manera de interrogatorio de la AFI. Me puse frente al escritorio y le pedí a la maestra-amiga que no se separara mucho de mí.
Les dije: "Buenos días", los alrededor de 30 niños me respondieron igual y se creó el silencio. Cinco larguísimos segundos de silencio. Los mozalbetes se me quedaron viendo como si estuvieran contemplando un cuadro de Picasso. (Osea con cara de "¿Y por esto tanto pedo?"). La ahora examiga agarró la onda y les dijo: Miren, él es el que hace las caricaturas, es un poco serio pero si tienen alguna pregunta, él les pued...
-"¿Quién te enseñó a dibujar?" -Interrumpió-preguntó un niño.
-"Este..." -No manches, que fácil pregunta tan difícil, -pensé. "Pues nadie, desde chico empecé a dibujar y como me gustaba mucho lo seguí haciendo".
-"Y, ¿Cómo se te ocurren las ideas?" -Lanzó una niña.
Ya me sentía como el góber precioso justificando sus botellas de cognac, "Híjole, no sé... si lees mucho, ves mucha tele, muchas películas, comes brócoli y platicas con la gente, se te van ocurriendo cosas".
Después de decir esto, ya quería llorar y que sonara la campana para ir al recreo.
Siguieron preguntándome cosas así, sencillas pero complejas. Mientras, una niña me observaba con cara de enojada, como si le hubieran dicho que iban a llevarle a Gael García y nada que se le aparece un monero sin chiste. Todo el tiempo estuvo con su cara de Cuauhtémoc Cárdenas.
Luego un escuincle dice: "¡Dibújanos un Dragon Ball!"
"¿Un qué?" -pregunté
La maestra-examiga intervino, me dio un gis y les dijo: "No niños, a ver, díganme cuál político les gusta para que lo dibuje"
"¡¡¡El Peje, el Peje, el Peje!!!" -gritaron las chachalaquitas a coro.
Mientras me reía, la maestra los calmaba. Ya se le hacía que los oían en la dirección y la corrían por andar organizando redes ciudadanas en la escuela.
Finalmente sonó el timbre (en mis tiempos era campana), y mientras se iban los infantes hablando como tabasqueños se acercó la niña enojada con su cuaderno. Tomé mi pluma pensando que quería que le dibujara algo, pero me paró en seco. Dijo: "mira", y en su cuaderno de doble raya había un mono que se parecía a Tin-Tan. "Eres tú" -soltó.
"Ah, gracias" -dije conmovido.
"No, es mío, nomás te lo estoy enseñando"
Y se fue al recreo.
Los chamacos le preguntaron que quién hacía las caricaturas, así que mi amiga pensó que podría tener información de primera mano y les dijo: "Les tengo una sorpresa, conozco al que hace las caricaturas, lo voy a invitar". Y me invitó.
Me habló, me planteó la situación y le dije que no.
¿Por qué no?, no seas payaso. -reviró.
-No, pos no manches, ¿Qué les voy a decir?, y luego es tempranísimo, a esa hora estoy dormido.
-¿¡A las 12 del día?!, chale además de divo, flojo.
-Oh, pos cada quien sus horarios.
-Ándale, ve y te presento a mi amiga esa que me dijiste la otra vez.
-La otra vez estaba ebrio y estaba en medio de una crisis de pánico, no era yo... Pero bueno, voy nomás que ellos me pregunten, yo no sé hablar en público. Que me pregunten lo que quieran saber.
Llegué al salón, y la maldita de mi amiga había acomodado las sillas en círculo, a manera de interrogatorio de la AFI. Me puse frente al escritorio y le pedí a la maestra-amiga que no se separara mucho de mí.
Les dije: "Buenos días", los alrededor de 30 niños me respondieron igual y se creó el silencio. Cinco larguísimos segundos de silencio. Los mozalbetes se me quedaron viendo como si estuvieran contemplando un cuadro de Picasso. (Osea con cara de "¿Y por esto tanto pedo?"). La ahora examiga agarró la onda y les dijo: Miren, él es el que hace las caricaturas, es un poco serio pero si tienen alguna pregunta, él les pued...
-"¿Quién te enseñó a dibujar?" -Interrumpió-preguntó un niño.
-"Este..." -No manches, que fácil pregunta tan difícil, -pensé. "Pues nadie, desde chico empecé a dibujar y como me gustaba mucho lo seguí haciendo".
-"Y, ¿Cómo se te ocurren las ideas?" -Lanzó una niña.
Ya me sentía como el góber precioso justificando sus botellas de cognac, "Híjole, no sé... si lees mucho, ves mucha tele, muchas películas, comes brócoli y platicas con la gente, se te van ocurriendo cosas".
Después de decir esto, ya quería llorar y que sonara la campana para ir al recreo.
Siguieron preguntándome cosas así, sencillas pero complejas. Mientras, una niña me observaba con cara de enojada, como si le hubieran dicho que iban a llevarle a Gael García y nada que se le aparece un monero sin chiste. Todo el tiempo estuvo con su cara de Cuauhtémoc Cárdenas.
Luego un escuincle dice: "¡Dibújanos un Dragon Ball!"
"¿Un qué?" -pregunté
La maestra-examiga intervino, me dio un gis y les dijo: "No niños, a ver, díganme cuál político les gusta para que lo dibuje"
"¡¡¡El Peje, el Peje, el Peje!!!" -gritaron las chachalaquitas a coro.
Mientras me reía, la maestra los calmaba. Ya se le hacía que los oían en la dirección y la corrían por andar organizando redes ciudadanas en la escuela.
Finalmente sonó el timbre (en mis tiempos era campana), y mientras se iban los infantes hablando como tabasqueños se acercó la niña enojada con su cuaderno. Tomé mi pluma pensando que quería que le dibujara algo, pero me paró en seco. Dijo: "mira", y en su cuaderno de doble raya había un mono que se parecía a Tin-Tan. "Eres tú" -soltó.
"Ah, gracias" -dije conmovido.
"No, es mío, nomás te lo estoy enseñando"
Y se fue al recreo.
lunes
momentos cumbres de mi vida (15)
Cuando estaba en la escuela y regresábamos de vacaciones la maestra nos decía:
"Escriban en una hoja a dónde fueron de vacaciones". A continuación pondré lo que yo escribí en esa ocasión:
MIS VACACIONES.
Por: Kabecita.
Mis papás tenían el plan de que fuéramos a la playa, pero mi papá llegó un poco enojado a la casa y le dijo a mi mamá que por culpa de un señor que se llama Miguel de la Madrid no ibamos a poder ir. Mis hermanos lloraron y yo me quité el traje de baño y el salvavidas que tenía puesto.
fin.
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momentos cumbres
jueves
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lunes desinspirado
jueves
de por qué odié a mr. miyagi
Cuando era chico iba a la GUAY.
Bueno, al principio me llevaban y me obligaron a aprender a nadar, mis razonamientos infantiles eran: "¿Por qué diablos debo aprender a nadar en esta ciudad en medio del desierto?, Si viviera en Acapulco, bueno, se entiende, allá hay mar y quizá podría ser como el Chanoc del siglo XXI".
Después de aprender a nadar, sólo iba en las tardes a perder el tiempo, si me encontraba a algún amigo jugábamos basquetbol o veíamos a las gimnastas.
Pero un día, fatídico día, me llevaron al cine a ver una película: Karate Kid. Tramposa película que afectó a millones de niños de mi generación. Días después me enteré que había clases de karate en la GUAY, y una vez más, afectado por las malas influencias infantiles, convencí a mi hermano que entráramos a las clases. Mis padres un tanto confundidos porque por primera vez mi hermano y yo emprendíamos algo juntos, nos llevaron con una costurera para que nos hiciera la indumentaria (el karategui). Cuando nos entregaron el traje, lo miré, y le dije a la costurera: "Oiga, ¿No tiene cintas negras?, Ps´es que ésta es blanca y ni se distingue". La costurera se rió pensando que era un chiste y nos fuimos.
Creo que debí haberme asomado antes a las clases esas antes de animarme a entrar. Eso no era como la película. Al llegar al salón, sale un señor con el rostro desencajado, como de diputado perredista que no lo pelan (digo señor pues así se veía, capaz que era de la edad que tengo yo ahora). Nos dijo: esperen y se fue por un momento.
Momento en el que pensé: "Ah, va a avisarle al profe, de seguro ha de ser un señor chinito y chaparrito como Mr. Miyagi". Pero regresó con un señor que parecía luchador de lucha libre más que karateca; la cinta negra que traía sólo le daba una vuelta a su panza. Sin dirigirnos la palabra se metió al salón, bufando. Y antes de que se alejara más le dije: "Oiga profe, ¿Ya podemos entrar al salón?".
Se le erizó la nuca, las orejas se le pusieron rojas, soltó los brazos y dándose la media vuelta me ladró: "¿¡¡Y usted quién es!!?"
- "¿Y-yo?", Pos´vine a apren...
-"¡¡¡Lección número uno: No soy "profe"; soy Sensei!!!; ¡¡¡Lección número dos: No es salón, es Dojo!!!"
- "Ah, pos´es que..."
- "¡¡¡15 lagartijas apoyándose en los puños y contando en chino!!!"
- "¿Qué? -musité
El otro sujeto de la cara desencajada le dijo al panzón: "Éste acaba de llegar"
- "¡¡¡Pues que sean 20, contando fuerte!!!, y luego le enseñas la numeración"- Le soltó el gordis al malacara.
Mi hermano se encontró a unos amigos suyos en la clase y se fue con ellos, mientras yo me flexionaba, gritaba y pensaba: "Chale, yo creía que aún me faltaban 7 años para el servicio militar".
Los días siguientes no fueron mejores. Aprendí que todo el objetivo era aprenderse unas coreografías llamadas katas (no sé cómo se escribe), si te la aprendías y le ganabas a otro puberto en los fregadazos, ascendías de cinta. O algo así.
Un día me vio el profe, digo, sensei gordo practicar la kata, o como se escriba, se puso delante de mí y me grita: "¡¡¡Lance el golpe más fuerte!!!", yo tiraba golpes al aire con toda la parafernalia del grito incluído: "¡¡¡¡Yyyyyiiiiiaaaaaaaaaay!!!"
- "¡¡¡Más fuerte!!!" -me gritaba el tinaco karateca.
- "¿Más fuerte el grito o el golpe?" -Le pregunté, y otra vez se le pusieron las orejas rojas y me puso la panzota a 50 centímetros y me dice: "¡¡¡Pégame, aquí, aquí!!!", señalando la bola de grasa que tenía como estómago.
Yo me dije, "`Ora sí pinche mantecoso, voy a hacer que vomites a Mr. Miyagi, que de seguro te lo tragaste". Y... ¡¡¡Yyyiiiiiiaaaaaaaaiiih, yyiiiiiaaaaaiiihhh, yyyiaaaaiiiiiiyhhh!!!!, nunca he golpeado con tanta fuerza, pero aquella barriga era como una de esas reses muertas congeladas con las que entrenaba Rocky Balboa. No moví ni un centímetro al profe-sensei y éste continuó gritándome por toda la clase.
Al salir de la GUAY, me entretuve un rato en la cafetería y vi por la ventana que el gordo karateca se acercaba a su carro, el cual estaba siendo lavado por uno de los lavacoches que trabajan ahí. Algo le dice el sensei gordo, le da una palmada en la espalda, se ríen, le paga y se va.
Y yo me dije: "Ah pinche panzón, tú también viste Karate Kid y tienes a tu Daniel-san... a éste sí lo estás entrenando"
Bueno, al principio me llevaban y me obligaron a aprender a nadar, mis razonamientos infantiles eran: "¿Por qué diablos debo aprender a nadar en esta ciudad en medio del desierto?, Si viviera en Acapulco, bueno, se entiende, allá hay mar y quizá podría ser como el Chanoc del siglo XXI".
Después de aprender a nadar, sólo iba en las tardes a perder el tiempo, si me encontraba a algún amigo jugábamos basquetbol o veíamos a las gimnastas.
Pero un día, fatídico día, me llevaron al cine a ver una película: Karate Kid. Tramposa película que afectó a millones de niños de mi generación. Días después me enteré que había clases de karate en la GUAY, y una vez más, afectado por las malas influencias infantiles, convencí a mi hermano que entráramos a las clases. Mis padres un tanto confundidos porque por primera vez mi hermano y yo emprendíamos algo juntos, nos llevaron con una costurera para que nos hiciera la indumentaria (el karategui). Cuando nos entregaron el traje, lo miré, y le dije a la costurera: "Oiga, ¿No tiene cintas negras?, Ps´es que ésta es blanca y ni se distingue". La costurera se rió pensando que era un chiste y nos fuimos.
Creo que debí haberme asomado antes a las clases esas antes de animarme a entrar. Eso no era como la película. Al llegar al salón, sale un señor con el rostro desencajado, como de diputado perredista que no lo pelan (digo señor pues así se veía, capaz que era de la edad que tengo yo ahora). Nos dijo: esperen y se fue por un momento.
Momento en el que pensé: "Ah, va a avisarle al profe, de seguro ha de ser un señor chinito y chaparrito como Mr. Miyagi". Pero regresó con un señor que parecía luchador de lucha libre más que karateca; la cinta negra que traía sólo le daba una vuelta a su panza. Sin dirigirnos la palabra se metió al salón, bufando. Y antes de que se alejara más le dije: "Oiga profe, ¿Ya podemos entrar al salón?".
Se le erizó la nuca, las orejas se le pusieron rojas, soltó los brazos y dándose la media vuelta me ladró: "¿¡¡Y usted quién es!!?"
- "¿Y-yo?", Pos´vine a apren...
-"¡¡¡Lección número uno: No soy "profe"; soy Sensei!!!; ¡¡¡Lección número dos: No es salón, es Dojo!!!"
- "Ah, pos´es que..."
- "¡¡¡15 lagartijas apoyándose en los puños y contando en chino!!!"
- "¿Qué? -musité
El otro sujeto de la cara desencajada le dijo al panzón: "Éste acaba de llegar"
- "¡¡¡Pues que sean 20, contando fuerte!!!, y luego le enseñas la numeración"- Le soltó el gordis al malacara.
Mi hermano se encontró a unos amigos suyos en la clase y se fue con ellos, mientras yo me flexionaba, gritaba y pensaba: "Chale, yo creía que aún me faltaban 7 años para el servicio militar".
Los días siguientes no fueron mejores. Aprendí que todo el objetivo era aprenderse unas coreografías llamadas katas (no sé cómo se escribe), si te la aprendías y le ganabas a otro puberto en los fregadazos, ascendías de cinta. O algo así.
Un día me vio el profe, digo, sensei gordo practicar la kata, o como se escriba, se puso delante de mí y me grita: "¡¡¡Lance el golpe más fuerte!!!", yo tiraba golpes al aire con toda la parafernalia del grito incluído: "¡¡¡¡Yyyyyiiiiiaaaaaaaaaay!!!"
- "¡¡¡Más fuerte!!!" -me gritaba el tinaco karateca.
- "¿Más fuerte el grito o el golpe?" -Le pregunté, y otra vez se le pusieron las orejas rojas y me puso la panzota a 50 centímetros y me dice: "¡¡¡Pégame, aquí, aquí!!!", señalando la bola de grasa que tenía como estómago.
Yo me dije, "`Ora sí pinche mantecoso, voy a hacer que vomites a Mr. Miyagi, que de seguro te lo tragaste". Y... ¡¡¡Yyyiiiiiiaaaaaaaaiiih, yyiiiiiaaaaaiiihhh, yyyiaaaaiiiiiiyhhh!!!!, nunca he golpeado con tanta fuerza, pero aquella barriga era como una de esas reses muertas congeladas con las que entrenaba Rocky Balboa. No moví ni un centímetro al profe-sensei y éste continuó gritándome por toda la clase.
Al salir de la GUAY, me entretuve un rato en la cafetería y vi por la ventana que el gordo karateca se acercaba a su carro, el cual estaba siendo lavado por uno de los lavacoches que trabajan ahí. Algo le dice el sensei gordo, le da una palmada en la espalda, se ríen, le paga y se va.
Y yo me dije: "Ah pinche panzón, tú también viste Karate Kid y tienes a tu Daniel-san... a éste sí lo estás entrenando"
martes
técnico
Ya lo había dicho antes, a mi no me gustaba el fútbol. Pero a partir de jueguito de Fifa 2005 del X-box, sucumbí.
Gracias a esto tengo más elementos para hacer los cartones. Ahora que Lavolpe dio su lista de convocados al Mundial, me dije: No, no, no... !¿Pos´qué está haciendo este boludo, ché?¡.
Es entonces que hice mi lista, la mandé al Milenio, y este lunes me la publicaron:
Seguramente ésto ya no cambiará nada, pero lo único que me reconforta, es saber que no pasaremos pena ajena con ese jugador jorobado, que tiene nombre de emperador azteca y que le gustan las encueratrices de la tele. Digo, está bien que lo naco es chido, pero hay niveles.
Fin del comentario deportivo.
Gracias a esto tengo más elementos para hacer los cartones. Ahora que Lavolpe dio su lista de convocados al Mundial, me dije: No, no, no... !¿Pos´qué está haciendo este boludo, ché?¡.
Es entonces que hice mi lista, la mandé al Milenio, y este lunes me la publicaron:
Seguramente ésto ya no cambiará nada, pero lo único que me reconforta, es saber que no pasaremos pena ajena con ese jugador jorobado, que tiene nombre de emperador azteca y que le gustan las encueratrices de la tele. Digo, está bien que lo naco es chido, pero hay niveles.
Fin del comentario deportivo.
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lunes
título
A falta de algo mejor que decir, el título del calendario de este mes será el post de hoy:
"En conocida cantina de la Ciudad de México, allá por la colonia Obrera, departen en una mesa Joaquín Sabina, Ricardo Garibay, Kabeza y Ringo Starr.
Sabina le pregunta a Garibay, ¿Quién me ha robado el mes de abril?; mientas Garibay piensa, ¿¡Coño, que necedad es ésta!?
Mientras Kabeza duerme placidamente pues se le cruzó el whisky con una bellísima botella de cognac.
Ringo Starr sonríe a la cámara ya un tanto ebrio y al otro extremo de la mesa una sirena yace muerta; asesinada por Garibay. "Era una pésima musa" -declaró.
En el abanico del techo tres ángeles ahorcados dan vueltas. Nadie sabe si realmente están ahí o si es parte del delirium tremens que ya se traen."
Próximamente el capítulo: Por qué odié a Mister Miyagi.
"En conocida cantina de la Ciudad de México, allá por la colonia Obrera, departen en una mesa Joaquín Sabina, Ricardo Garibay, Kabeza y Ringo Starr.
Sabina le pregunta a Garibay, ¿Quién me ha robado el mes de abril?; mientas Garibay piensa, ¿¡Coño, que necedad es ésta!?
Mientras Kabeza duerme placidamente pues se le cruzó el whisky con una bellísima botella de cognac.
Ringo Starr sonríe a la cámara ya un tanto ebrio y al otro extremo de la mesa una sirena yace muerta; asesinada por Garibay. "Era una pésima musa" -declaró.
En el abanico del techo tres ángeles ahorcados dan vueltas. Nadie sabe si realmente están ahí o si es parte del delirium tremens que ya se traen."
Próximamente el capítulo: Por qué odié a Mister Miyagi.
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