- ¿Por qué nunca me has hecho un retrato?
Preguntó Silvia con voz casi inaudible mientras revisaba los cuadros apilados y recargados en una de las paredes del estudio. Juan no la oyó, estaba absorto observando un volante que anunciaba una obra de teatro. Ni siquiera se fijó en el nombre de la obra, de los actores o del horario. Su atención se concentró en la foto que ilustraba el pedazo de papel: La imagen de una mujer que veía al espectador cubriéndose la mayor parte del rostro con el brazo derecho mientras se recogía el cabello destapándose una oreja.
Juan miraba la imagen como encantado, no sabía qué le llamaba más la atención: lo que escondía o lo que mostraba la mujer del volante.
-¡Juan, te estoy hablando!- exclamó Silvia interrumpiendo el pasmo de Juan. -¿Qué me decías? no te oí- dijo Juan escondiendo el volante entre unos papeles.
-Que por qué nunca me has hecho un retrato. Tenemos más de un año saliendo y nunca me has pedido que te pose o modele.
-Es que eres muy inquieta, estoy seguro que si te pidiera que permanecieras en cierta postura, te estarías moviendo todo el rato -intentaba explicar Juan con los ojos en Silvia pero con la mente en la imagen del volante.
Silvia se rio con la explicación y quiso solucionarlo: -Pues te doy una foto y...
-A ver- la interrumpió Juan- sube tu brazo derecho tapándote la boca y nariz, dobla el brazo y sujétate el cabello, ahora obsérvame-. Ella lo obedeció mientras lo veía confundida y divertida.
Juan tomó su libreta y empezó a dibujar rapidamente la postura de Silvia, después se concentró en el dibujo, sin casi voltear a ver a Silvia.
Varios minutos después se le comenzó a cansar el brazo y lo bajó con temor de que él le reclamara su poco aguante. Pero Juan estaba muy atento en sus trazos; ni cuenta se dio que Silvia había tomado asiento y lo observaba trabajar.
Incluso fue a la cocina por algo de tomar, puso música y sin hacer ruido se colocó detrás de Juan, bajó la vista y vio el dibujo
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-Oyeme ¡ésa no soy yo!, no inventes, ni siquiera tengo el cabello así. ¿Para eso me querías?, ¿Para inventarte a otra?
-No, pues así me salió, además te moviste mucho
-¡Si ni me volteaste a ver! ¡Ahí me tuviste con el brazo alzado y tú estabas dibujando otra cosa!- casi gritaba Silvia
-Pues, mejor traeme una foto, de ahí te hago el retrato- intentaba conciliar Juan
-Mejor pídele una foto a tu amiguita esa que dibujaste para por lo menos verle la cara. Ay ¿Sabes qué?, mejor me voy, mañana nos hablamos- dijo Silvia y se enfiló hacia la puerta.
Juan, bajó la cabeza y vio su dibujo.
Sacó el volante de la obra de teatro de entre los papeles, lo puso al lado del dibujo, los observó un instante y sonrió.