De última hora.
Voy y vengo al terruño:
Todos invitados, allá no vemos.--------------------------------------------- Por fin sale el calendario de septiembre (y el del gas no se ha aparecido, creo que huelo "diferente") con la inquietante y indescifrable obra titulada:
"El Pingüino, la Foca Bifocal, el Oso Bipolar y el Lobo Tomía experimentan con drogas duras de allá por la Huasteca y sufren de desdoblamientos de personalidad hasta que el Oso Bipolar los dobla a todos por viciosos"
Ahora soltaré un testimonio que podría explicar futuros hematomas en mi persona.
El sábado llovió copiosamente en el D.F. el domingo se cayó el cielo, pero el sábado fue un preámbulo. De donde vengo caen lluvias de 10 minutos que nomás ensucian los carros y rara vez llueve escandalosamente como por acá.
Así que para no hacer olas, me quedé en casa a trabajar y ver el techo durante la tarde.
Dejó de llover y yo seguía en lo mío, en ratos veía hacia la ventana y pensaba cosas que ahorita no vienen al caso pero que me desconectaban un poco de lo que hacía. En uno de esos momentos me dije a mi mismo: saldré al balcón a respirar aire fresco y húmedo para despejarme la cabeza.
En el balcón hay una jardinera que evidentemente no uso como tal. Si a duras penas me hago cargo de mí mismo, unas plantas morirían por mi indiferencia. Los que antes vivían aquí eran personas normales y tenían 2 macetas en la jardinera. Un día al intentar acomodar no sé qué cosa, rompí una y la tierra se desparramó, nomás la hice a un ladito y me dije: al ratito lo arreglo.
De eso ya hace algunos meses, ejem.
(Todavía está ahí una maceta habitada por una planta que no sé de qué sea, pero se ve inofensiva)
Por la lluvia, la jardinera se había inundado, un poquitín de lodo y piedritas taparon un tubo que sale del balcón que sirve para desahogar el agua y no pase lo que precisamente pasó.
Entonces me dije a mí mismo (otra vez): Esto va que vuela para ser un foco de infección, al rato de va a llenar de moscos del dengue o algo así.
Tenía dos opciones; comprar una tortuga para que viva ahí o destapar la jardinera. Pensé que una tortuga no tendría la culpa de convivir conmigo (ni un caracol, como el de Bob Esponja) y decidí destapar la mini inundación.
Deshice un gancho de esos para colgar ropa y tanteando el terreno di con la entrada del tubo del desagüe e introduje el gancho. Sólo 3 movimientos de bombeo bastaron para que se oyera algo así como: Tuc, tuc, plop, ¡fluuuuuush!
Y listo, un chorrote de agua y lodo salieron de mi jardinera que no uso como jardinera.
Inmediatamente después escuché un fúrico grito que versaba más o menos así:
"¡Noooooo! ¡Chaaaaaaale! ¡No mano, no, no, no, no! ¡Aaaaaay, ash, ash, ash! ¡No manches, no manches!" (y algunos improperios que mejor no transcribo)
Me asomé hacia abajo y más o menos ésta era la escena:
Favor de ignorar la perspectiva, proporción y demás caprichos estéticos. Lo que cuenta es la intención.
Alguien había estacionado su carro en la banqueta, debajo de mi balcón. El dueño del coche fue a alguno de los negocios que están ahí y dejó la ventanilla abierta lista para recibir lo que cayera.
Sólo una milésima de segundo duró lo que me asomé, apenas vi lo que había pasado y me refugié en mi casita, me metí en un cuarto, y en un rincón me decía a mí mismo: Ay, ora sí literalmente la regué, que no me encuentren, que no me encuentren.
Luego de 4 horas de estar encerrado y no oír que tocaran la puerta o que me aventaran algo desde la calle salí de mi escondite y regresé al balcón. Ya no estaba el carro, ni la inundación.
El domingo del diluvio se volvió a inundar la jardinera, pero ya fui a ver dónde venden tortugas.