Creo que he dado con la respuesta de mi actitud antisocial.
Cuando era niño, a pesar de mis limitaciones a la hora de pasar el balón o de correr a la meta, tuve muchos amigos. Estos amigos, cada año cumplían años y sus padres les hacían fiestas a las que me invitaban invariablemente.
Luego ocurría lo siguiente: Llegaba a casa con la invitación, mi madre levantaba la vista rogando al más allá que los niños dejaran de cumplir años e íbamos a alguna tienda a comprar el regalo para el festejado. Después, en una escena digna de "El Padrino", me hacía una oferta que no podía rechazar:
Luego, regresábamos a casa, me ponía a jugar con mi nuevo juguete y al otro día me disculpaba con mi amigo diciéndole que "se había muerto un pariente muy cercano".
Ahora que lo pienso, entiendo por qué cuando fue mi fiesta de cumpleaños, nadie fue. Snif.
¿A qué viene todo esto?
A que hoy me invitaron a una reunión y como soy un caballero fui a comprar un six de cervezas para no llegar con las manos vacías. Al llegar mi casa me eché en el sillón y pensé en lo fastidioso que es ir de un lugar a otro en esta ciudad, en eso, escuché la voz de mi mamá en mi cabeza diciendo: "¿Qué prefieres? ¿Ir a la reunión a la que te invitaron o quedarte con lo que acabas de comprar?"
...y pos héme aquí, escribiendo esto mientras me acabo un six de cervezas y pienso en algún pariente cercano que se haya muerto para que me sirva de coartada.