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A veces, cuando hacía un cartón para el periódico, el chiste no requería la presencia de algún político, sino simplemente, el chiste se podía desarrollar con un diálogo entre 2 personas que comentaban algo.
Era 1996 o 1997, y en ese tiempo tenía amigos que me invitaban a cafés a platicar y de pasada, arreglar el mundo. Desde entonces me llamaba la atención esa ceremonia de ir a la cafetería, donde llegaban los parroquianos con sus libros, periódicos y papeles, tomaban asiento y se ponían a platicar. Unica y exclusivamente a tomar café, y si el establecimiento ofrecía el mismo precio por una taza que por todas las que quisieras tomarte, aquello era el paraíso.
No puedo negar que era muy entretenido estar ahí escuchando las ideas y argumentos de los demás: hablaban de libros, autores, convocatorias y leían sus obras e invariablemente se vanagloriaban entre ellos.
Días después, hice un cartón en donde los personajes eran dos tipos hablando sobre un tema de política, y lo titulé: "Intelectuales Chafitas". ¿Por qué?, No sé con exactitud, quizá porque en el diálogo del cartón decían algo incoherentemente chafa para que así saliera el chiste.
A partir de ahí, me gustó el tema, y recurrentemente sacaba a estos personajes como protagonistas de mis cartones para el periódico. A la par, comencé una serie de acuarelas con estos personajes (algunas las he posteado en este blog en fechas ya anteriores), hasta que junté suficiente obra como para hacer una exposición. Mientras, algunos de mis amigos se reían del tema a otros no les hacía mucha gracia.
Al poco tiempo, se organizó la exposición, pero junto a ésta, la persona que planeó la muestra también coordinó un tipo de mesa para que la gente que asistiera pudiera preguntarme algo acerca del tema.
Accedí seguro de mi trabajo y de lo que quería decir. Paradójicamente el lugar de la exposición fue un Café, de esos en donde van a arreglar el mundo. Y a mí me pareció perfecto. Además, pinté una manta que se colocó atrás de la mesa, con una caricatura de "La Creación" de Miguel Ángel, en donde sustituía a Adán por un intelectual, y a Dios por una autoridad de CONACULTA que le entregaba una beca.
Sorpresivamente el lugar se llenó, en la mesa me acompañaba un amigo escritor que había entendido la broma y que leería un texto, y yo otro, de nuestras respectivas autorías.
De pronto, entraron al salón 2 escritores de peso pesado osea, 2 de los intelectuales más reconocidos de la ciudad. La verdad me dio gusto verlos, me gustó saber que les interesara de alguna forma lo que estaba pasando ahí.
Sin embargo, cuando leyó mi amigo su texto y luego yo el míó, la gente se rió. Menos los dos escritores VIP ahí presentes.
Al rato se organizó una ronda de preguntas y respuestas, en donde hubo gente que me preguntaba cómo se me había ocurrido la idea de los Intelectuales Chafitas, o en quiénes me había "inspirado", pero de pronto, uno de los intelectuales VIP ahí presentes, me preguntó: ¿Quiénes son los Intelectuales Chafitas?
Le iba a responder que muchos y pocos, que si le rascamos todos tenemos un Intelectual Chafita dentro, que me exasperaba la gente que presume de haber leído mucho, cuando sólo ha leído a 3 escritores o las contraportadas de los libros, la gente que se siente diferente o superior por saberse de memoria las canciones de Silvio Rodríguez y las cantan a todo pulmón además de pedirlas a gritos a su trovador de café favorito, o los que echan en el mismo saco a Filio y Aute o a Arjona y Sabina, los que casan con una ideología sin conocerla completamente. En pocas palabras, los que se la creen.
Esa idea la maquinaba en mi cabeza para soltarla, cuando el escritor que me preguntó soltó un: "¡Nombres, nombres!"
Ahí, se me cayó mi argumento, y me dije a mí mismo: Chale, a éste cuate ya le cayó el saco. Y sin pensarlo 2 veces, le respondí a su pregunta de "¿Quiénes son los Intelectuales Chafitas? y a su arenga de "¡Nombres, nombres!", con un: "Pos todos"
¡¿Todos?!, me reclamó el escritor
Yo pensé, "si este escritor no sabe reírse de si mismo y ya le cayó el saco, ya chafeó". Y le contesté algo así como: "Pues sí, de alguna forma todos traemos un intelectual chafita y lo mejor es reírse de eso y no enojarse"
El otro escritor ahí presente me dijo que antes le gustaba mi trabajo, pero que ahora carecía de toda gracia y que seguramente ya recibía línea para criticar a la comunidad intelectual.
A esto, no pude más que reírme y decirle que no, que no era así. Que la mayoría de la gente que admiro son personas que ejercen un trabajo intelectual, con las ideas y con el arte. Que el hecho de que me burle de la gente que se la cree y que siente una especie de superioridad por hacer o tratar de hacer alguna creación artística o intelectual cuando en realidad no hacen nada, más que despotricar contra los demás y llenarse de envidia, no engloba ningún tipo de odio o aversión a los intelectuales.
En el tiempo que llevaba de publicar caricaturas en un medio, nunca había tenido un reclamo de ese tipo, ni siquiera de los diputados que parece ser, tienen la piel más gruesa.
Entonces hice algo digno del desmadrosito del salón: Encargué imprimir unas playeras con la leyenda "Soy un intelectual chafita" y las repartí entre mis amigos para que se las pusieran y asistieran a cuanto evento cultural hubiera. Después de eso, seguí con los personajes en el periódico, pero les quité lo de "Intelectuales Chafitas", sentí que de alguna forma habían cumplido su cometido y además sentí que ya era demasiado, no era nada personal contra alguien en específico y decidí parar el "jueguito".
Ahora, desde que descubrí esto de los blogs, me he topado con ideas similares.
Hay quienes les llaman "culturosos", "pseudointelectuales", "snobs" (éste término no era nuevo para mí y en cierta forma define muy bien la idea), "progres" y hasta "chairos".
Hay quienes los atacan, otros los defienden y hasta se asumen como tales, lo cual me parece muy bien, aquí no se trata de hacer menos a nadie, la fuga es cuando uno de éstos Intelectuales Chafitas se creen seres superiores porque vieron una película de David Lynch y dicen que le entendieron. (Cuando en realidad se morían de ganas por ir a ver una de Meg Ryan)
Creo que hay otras cosas que iba a decir, pero se me olvidaron; ya me acordaré. O si alguien comenta algo, quizá me acuerde.
Y ya me voy porque empieza mi ciclo de cine independiente.