El sábado por fin pude ir al cine, con el inconveniente de que no calculé el tiempo y salí en una hora en la que ya no había servicio de Metro.
Por lo que me vi en la imperiosa necesidad de tomar un taxi. No entiendo cómo es que dan tantas advertencias sobre los taxis en el D.F. y cuando uno lo va a abordar, se le olvida en el acto todo lo que le dijeron. Además, ¿quién va a ver en la noche el tarjetón y rótulo de placas y demás detalles?
Al subir al carro, me sorprendió que el chofer era una mujer, no muy femenina, pero mujer al fin.
El interior de vehículo era un altar al kitsch y a La Tigresa. Una cabeza de una muñeca colgaba del espejo retrovisor, una toalla del Cruz Azul estaba extendida en el respaldo del copiloto, y una figura de la Santa Muerte me veía desde el tablero, con el impacto visual aún sin asimilar, la chofer me preguntó a dónde iba.
Le dije y me miró por el retrovisor frunciendo el ceño:
-¿Y eso por dónde está, mano?
-Eh... pues por el Metro
Portales*.
-A ver, vamos a Portales y ahí me dices por dónde ¿sí?
-Eh, pos bueno, a ver si me ubico.
-¿Me voy por Viaducto? -preguntó poniendo en marcha el coche.
-Eh, pos por donde se le haga más fácil, y más rápido, jeje.
Y enfiló hacia no sé dónde, mientras le subía el volumen al radio y se escuchaban unas cumbias de fuerte contenido Freudiano, al tiempo que seguía el ritmo con sus manos sobre el volante.
Intenté abstraerme de la situación asomándome por la ventanilla, pero creo que fue contraproducente, andaba por calles que no reconocía o que alguna vez vi en una pesadilla, no me acuerdo.
Y así con las cumbias de soundtrack, de reojo veía a la taxista, su peinado de post-mohicana, su maquillaje digno de madrina de quinceañera y su gran, gran tatuaje de la Santa Muerte en su gran, gran brazo.
Entonces, me dije a mí mismo "Kabeza, ya sé que tú no tienes olfato, pero esto no me huele bien"... en una esquina se detuvo, miré alrededor y no vi ningún señalamiento que le ordenara frenar, al instante se asomó por la ventana una damita de la vida galante y se desarrolló un diálogo más o menos así entre las féminas:
-Qué onda pinche Ari, ¿te vas o te quedas? -preguntó la señora de las cumbias.
-No, espérate, si en una hora no sale nada, nos vamos. -contestó la del empleo ancestral.
-No manches, en una hora ya no va a estar abierto we, vámonos.
-Chale... -reflexionó la de los cascos ligeros.
Entonces les dije: "Señoras mías, disculpen que las interrumpa, pero debo llegar a mi hogar y no puedo ser partícipe de su aventura nocturna, osea que a menos que vayan al Bar-Bar, me es imposible acompañarlas, además de que ya volvió a subir el numerito del taxímetro y francamente la situación económica apremia"
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Bueno, la verdad no dije nada, sólo me hice bolita y pensaba: "Yaaaaa, por favor vámonoooooos"
Finalmente la taxista le dijo a Ari: "Bueno, dejo este pasaje y vengo por tí, chin-chin ¿eh?"
Dejé de rezar y siguió el viaje. Tal vez le entró la prisa porque aceleró la travesía y en unos minutos llegamos a la estación del Metro que le indiqué.
-Ya aquí es Portales, ¿de aquí sabe por dónde?
-Eh... no, jeje, como que estas calles no las había visto. -respondí con temor de que todo estuviera perdido y regresáramos con la sexyservidora y mi vida diera un giro de 97.3 grados aproximadamente.
Pero la chofer sólo soltó un chasquido con la boca y nos pusim0s a recorrer la bonita colonia que no reconocía.
Tres aumentos al taxímetro más tarde, me dijo: "No oiga, pos es que mire, aquí ya termina la numeración y la calle
Oviedo* no aparece"
-¡¿Oviedo?! ¡ah jijos, no espérese, esa no es, esa no es! -dije con pena, vergüenza, y la cola entre las patas al darme cuenta que con el shock de la primera impresión de toda esta odisea le había proporcionado la dirección de mi casa... en Chihuahua.
Entonces fui testigo de una mirada de furia casi femenina por el espejo retrovisor que interrumpí diciéndole: "No, pero sí es por esta estación, nomás que yo voy a la calle
Albarrán*"
-Ah, entonces esa es de aquél lado de Tlalpan -refunfuñó la mujer del volante.
Espero que al menos después se haya divertido con la Ari.
*Los nombres de las calles y Metro fueron cambiados estratégicamente para evitar a los paparazzis.