También conté que mi plan era adquirir mi credencial que me identificara en la Ciudad de México.
El problema es que para poderme ir tenía que cumplir con un trámite fiscal. Al leer los requerimientos me di cuenta que era indispensable presentar una identificación con fotografía.
Entonces, me detuve un momento y medité: ¿y 'ora qué hago, Rosa de Guadalupe?
Terminé de meditar y leí las opciones que me daban: Credencial de elector (robada y en manos del crimen organizado), Licencia de conducir (soy un caballero y como tal, no manejo maquinaria de autotransporte de ningún tipo), Pasaporte (no tengo por ser ciudadano universal), Visa para ingresar a Estados Unidos ( you talkin' to me?) y Cartilla militar... ¡esa sí la tengo! Aún recuerdo esa mañana en que fui obligado a levantarme a horas infrahumanas para ir a un auditorio lleno de imberbes (incluyéndome) para que se divirtieran con nosotros los uniformados escogiendo quién marcharía y quién no.
Afortunadamente mi cara de pacifista y mi pie plano me salvaron de ese trance y me dieron mi cartilla.
Pero... ¿dónde la habré puesto?
Entonces empezó la odisea. No están para saberlo, pero el cuarto que me asignan mis padres cuando vengo a Chihuahua está ocupado en su 90% por papeles. Revistas, libros, carpetas, dibujos, folletos, libretas, etc. Todos los árboles de la selva Lacandona están aquí covertidos en papel. Así pues encontrar una cartilla en esta papelería era misión imposible.
Pero no me quedó de otra que empezar a buscar.
Lo bueno de la búsqueda fue redescubrir muchas cosas de mi insondable pasado. Podría hacer diez posts sobre los hallazgos, pero sólo pondré tres momentos clave.
En la imagen de abajo se muestra mi kit de sobreviviencia de hace apenas unos años:
Todo lo que cabe ahora en un Iphone o un BlackBerry ocupaban mi morral de puberto-muera-el-imperialismo-pero-tengo-cosas-gringas-no-se-fijen.
Rascándole más hallé un ejemplar de una "revista" que "edité" cuando estaba en la preparatoria y que casi me cuesta la expulsión porque llegó a manos del director de la escuela y no le gustaron mis chistes de los maestros y mi burla de que hayan convertido baños en salones entre otras cosas.
Me puse a hojear el pasquín y creo que más bien el director se enojó porque mis chistes estaban muy cebos (más que ahora) y le doy la razón. Lo perdono.
Nótese la gracia de la portada, el uso del letraset (¿así se llamaba?), el detalle de que era el número "0" pues tenía la ilusión de que sería el primero de muchos. Saqué 100, vendí 10, me regañaron-amenazaron y regalé clandestinamente 89. Desde entonces los negocios no son lo mío.
Enterrado en un altero de carpetas, encontré un cuaderno Scribe con una etiqueta que muestra el precio: $454.49 (cuatrocientos cincuenta y cuatro devaluados pesos y cuarenta y nueve centavos)
Mi corazón de acero se estrujó cuando vi el interior. Era un cuadeno que seguramente me compraron para la escuela pero que utilicé para algo que realmente valía la pena: dibujar monos.
Hay dibujos que están firmados con fecha: 1986.
A los doce años dibujaba historietas que interrumpía en el clímax de la historia. Influenciado principalmente por el Hombre Araña, las caricaturas de la tele (Don Gato, El Inspector Ardilla, Los Picapiedra) e Indiana Jones.
Parte de la desgarradora historia de "El Hombre Tomate"que en cada página se encuentra en un aprieto y, tomándose una de sus píldoras, tenía el poder de desaparecer con un contundente "POF!"
A veces en el reverso de la página dibujada, ponía un "comercial" (como en la tele) para mantener el suspenso y a la vez, dar un servicio a la comunidad:
En este caso, es un boletín de último minuto en donde se narra una tragedia de grandes dimensiones. (Creo que el "Canal 5 al servicio de la comunidad" se me hacía poca cosa y le metí más realismo.
Después del susto, seguía la historia...
Otro ejemplo de "comercial" en medio de la historieta. Ahora con el novedoso producto Cigarros "El Mariado" (sic)
Hasta aquí el (mal)viaje.
Desabróchense los cinturones y exijan en su puesto de periódicos su ejemplar de "El Hombre Tomate". Seguramente no lo tendrán, pero sirve y se corre el rumor y me lo pide una editorial y les vendo la idea de "El Hombre Pánico"
¡POF!
¡Ah! y sí apareció mi cartilla militar, pero en la foto de ese entonces me parezco al hijo de Paquiao y ya me dio pena enseñarla en Hacienda.